ETA está centrando su actividad en dos frentes: la campaña de verano y los atentados en Euskadi, muchos de ellos contra empresas relacionadas con el AVE vasco. La banda ha exhibido, además, capacidad para golpear en un breve plazo de tiempo contra los dos objetivos, como sucedió el pasado 20 de julio, cuando atentó contra las localidades turísticas de Laredo y Noja, en Cantabria, y pocos días después colocó un artefacto con cinco kilos de explosivo en las instalaciones de las empresas Fonorte y Acciona en Orio (Guipúzcoa). Ambas empresas son adjudicatarias de varios tramos del tren de alta velocidad.

Aunque documentos internos revelan que ETA pensó ya en el 2004 en atentar contra las obras, la amenaza se ha materializado este año. En su último comunicado, publicado el sábado por el diario Gara, se percibe la coacción de forma muy explícita: asegura que existen "intereses ajenos a Euskal Herria" tras la obra y que no dejará más que una "cicatriz de cemento". Toda una declaración de guerra contra el AVE, sobre todo cuando va acompañada de la reivindicación de tres atentados contra empresas adjudicatarias.

Esta fijación contra un proyecto utilizando argumentos ecologistas tiene dos precedentes: la autovía de Leizarán, que une Navarra y Guipúzcoa, y la central nuclear de Lemóniz, en Vizcaya. El balance de aquellas campañas etarras fueron cinco personas asesinadas y un enorme despilfarro económico. Durante la década de los 70, ETA capitalizó el rechazo social contra la energía nuclear y sus armas lograron que no se construyera la central. Veinte años más tarde, consiguió que las instituciones cambiaran el trazado de la autovía por uno menos agresivo con el medio ambiente.

´ECOTAJE´ En un momento complicado para la banda terrorista, que ve caer comando tras comando, ha optado por repetir la estrategia. Incluso inventa una palabra para esta forma de terrorismo: ecotaje . En su discurso, el uso de la fuerza es el método más eficaz para frenar un proyecto que cuenta con oposición social. Su estrategia incluye siempre a la izquierda aberzale y de hecho, las últimas manifestaciones del entorno de Batasuna han dejado claro que el tren es ahora el enemigo.

Pero si el objetivo es recuperar la iniciativa política con un mensaje que pueda llegar a un sector social más amplio que el de la izquierda aberzale, el intento ya ha fracasado. Los partidos y colectivos verdes que se oponen a las obras se han desmarcado de cualquier protesta violenta y reiteran que el terrorismo hace un flaco favor a la causa ecologista.