Si la diplomacia española tiene históricamente alguna asignatura pendiente, ésa es el alumbramiento de una verdadera comunidad iberoamericana. Tal era el propósito del expresidente socialista Felipe González cuando alentó, en 1991, la celebración de la primera cumbre iberoamericana en Guadalajara (México). Trece años después, la ausencia de numerosos jefes de Gobierno en la cumbre de Costa Rica, celebrada el pasado noviembre en la ciudad de San José, selló un fracaso que España intentará corregir en el 2005 en la cita de Salamanca. Esta ha sido la gestión de los Gobiernos españoles en el avispero iberoamericano.

La táctica para democratizar Cuba

Desde la transición democrática, las relaciones de España con Iberoamérica se han visto enturbiadas por el protagonismo de Fidel Castro. Por lo general, la cercanía emocional e histórica a Cuba ha impedido que la diplomacia española adoptase posiciones de extrema firmeza ante la dictadura castrista. A partir de 1982, el presidente Felipe González diseñó una estrategia que hacía compatible el rechazo al embargo de EEUU sobre la isla, la exigencia de una progresiva democratización del régimen y el reforzamiento del diálogo con Castro.

Aunque abundaron los encontronazos --como el de 1990, cuando la embajada en La Habana acogió a varios disidentes y Castro tachó a España de "cómplice" de EEUU--, González entabló con Castro una cordial relación. Con la convocatoria de cumbres iberoamericanas intentó, de hecho, incorporar a Cuba a la "corriente democrática" del continente.

"El proceso de integración de Cuba a la comunidad democrática es fundamental, y Castro lo sabe. Las cosas irán mejorando", vaticinó el presidente español en 1994. Pero Castro, empeñado en desmentir el vaticinio de González, enrareció el diálogo de España con otros países iberoamericanos.

Aznar: "Chávez sólo me hace caso a mí"

Amigo de Jorge Mas Canosa, mecenas del exilio cubano y bestia negra de Castro, José María Aznar criticó siempre los "gestos complacientes" de González con el dictador cubano. En cuanto llegó al poder, en 1996, tensó las relaciones hispano-cubanas al congelar créditos, justificar el acoso de EEUU y, sobre todo, espetar a Castro, en una cumbre iberoamericana, estas palabras: "No tengo nada contra Cuba, pero tengo todo contra tu régimen. Si tu mueves ficha, yo moveré ficha".

Con Abel Matutes como titular de Exteriores, en 1999 Aznar ayudó a torpedear la cumbre de La Habana, a la que no asistieron varios mandatarios enfrentados a Castro. Antes de la cita, el presidente español auguró que Cuba no conocería la democracia mientras Fidel siguiera al frente; y durante el encuentro, para enojo del Rey, dio largas al viaje del Monarca a la isla.

Ese mismo año, Aznar viajó a Venezuela para respaldar al presidente Hugo Chávez, exgolpista y ya por aquel momento muy próximo a Castro. "Chávez sólo me hace caso a mí", alardeó Aznar ante los periodistas, a los que garantizó que a España y a Iberoamérica les convenía consolidar al líder venezolano. Tres años más tarde, Aznar no dudó en legitimar el golpe contra Hugo Chávez.

Zapatero, estrategia del toma y daca

En sólo siete meses, Zapatero ha rescatado, con algunos matices, la política iberoamericana que desarrolló González. En México, en mayo, el presidente español anunció que España tendría en adelante "una relación de igual a igual" con los países del continente latino, nada que ver con el neocolonialismo económico que practicó el PP con la ayuda de EEUU. Si Aznar se enfrentó a varios líderes iberoamericanos al exigirles que apoyasen la guerra de Irak, Zapatero se ganó su simpatía al sumarse a la alianza contra el hambre auspiciada por el brasileño Lula da Silva.

También ante Castro y Chávez, hermanados entre sí pero enfrentados a media Iberoamérica, Zapatero ha cambiado de táctica. Su plan es afrontar la relación con el líder cubano con la fórmula del toma y daca: gestos de distensión por parte española a cambio de que el régimen castrista dé muestras de apertura. Por ahora, la estrategia ha surtido efecto: mientras España negocia --aún sin éxito-- que la UE suavice las sanciones a Cuba, Castro ha excarcelado a varios disidentes, incluido el poeta Raúl Rivero.