El jueves fue la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, quien hizo caso omiso a las instrucciones dadas por su jefe, Mariano Rajoy, para no cargar las tintas en torno a la sentencia del Estatut. El quería "pasar página" cuanto antes y, sin embargo, ella se despachó tildando al presidente de la Generalitat, José Montilla, de "fascista", pese a que tuvo que desdecirse después en un comunicado y pedir disculpas. Ayer, fue el presidente de honor del partido, José María Aznar, quien desoyó a Rajoy y, en los cursos de verano de su fundación FAES,calificó el Estatut de "una obra más bien chapucera de albañilería política para sostener en el poder a quienes ya han cobrado, con largueza, los réditos del Estatut".

Y es que, a juicio de Aznar, lo que ha ocurrido durante la elaboración del texto estatutario y su posterior paso por el Tribunal Constitucional es un "lío, pero un lío socialista". "Los responsables no están, en este caso, en la formación mayoritaria del nacionalismo catalán", dijo, sino en el PSOE y el PSC. Además, el expresidente del Gobierno defendió el recurso del PP y subrayó que, con la sentencia, quedan marcados los límites del Estado autonómico. "Más allá no hay Estado", apostilló.

Estas contradicciones entre los conservadores demuestran, en opinión del Gobierno, "la poca autoridad que tiene Mariano Rajoy". "En vez de llamar a la serenidad como hizo Rajoy el día en que se conoció la sentencia, que se serenen ellos", dijo la vicepresidenta y portavoz, María Teresa Fernández de la Vega. El hecho de que Aznar haya acusado al presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, de llevar a España "al borde del Estado constitucional fallido", demuestra, dijo De la Vega, "poco patriotismo". La vicepresidenta también apuntó una "preocupante deslealtad institucional" y un "barullo" en el seno del PP, cuyos dirigentes, destacó, están "contrariados" por la sentencia del Estatut.