La 1 convención nacional del Partido Popular, con José María Aznar a la cabeza, arropó ayer a Manuel Fraga, cuestionado por su actuación en la crisis del Prestige. Aznar puso al presidente de la Xunta y fundador del PP como ejemplo de "entrega y dedicación", y el secretario general, Javier Arenas, defendió al veterano político de sus detractores: "Usted, don Manuel, no se merece el trato que le han dispensado algunos".

El desastre ecológico de Galicia planeó sobre la clausura del cónclave conservador. Tras el desgaste político sufrido por el Gobierno central y por la Xunta gallega --que ha provocado la dimisión de un consejero y la sustitución de otros tres--, ayer los populares cerraron filas en torno a Fraga. También se conjuraron para taponar la fisuras abiertas en el seno del PP gallego, pasar página y redoblar esfuerzos para obtener un buen resultado en las elecciones municipales de mayo en Galicia.

"EL TURNO DE GALICIA"

El jefe del Ejecutivo anunció que, tras el caso Prestige, "ahora es el turno de Galicia". Y ratificó que este mismo mes estará listo el plan que está diseñando el Gobierno para amortiguar los efectos de la marea negra en la comunidad gallega y estimular su recuperación económica.

Aznar denunció también que los socialistas han intentado "sacar ventaja política" del hundimiento del petrolero, pero sentenció que no han logrado hundir al PP "ni lo hundirán" con su "demagogia" y su "oportunismo". También instó a su partido a responder con "trabajo y rigor" a los ataques del PSOE, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y la plataforma Nunca Máis.

En su intervención previa, Arenas dirigió un mensaje de optimismo a la militancia al asegurar que los socialistas se llevarán la "mayor sorpresa" por el resultado que el PP gallego obtendrá en las urnas. Fraga, que tomó la palabra en su condición de presidente-fundador, proclamó la lealtad de los populares gallegos "al PP de todas las españas".

El presidente gallego desvinculó el relevo de cuatro consejeros del desastre ecológico causado por el Prestige, un ajuste que se negó a calificar de "crisis". Como Aznar, Fraga reconoció que Galicia vive "momentos difíciles", pero subrayó que las decisiones tomadas "han sido las menos malas" y tachó de "estupideces" las críticas por haber ido de cacería en plena crisis. Lejos de asumir errores, se presentó como un damnificado de la marea negra: "Soy una víctima que va a salvar a muchas otras".