José María Aznar justificó la nueva reforma de la ley de extranjería, que aprobará el Gobierno el último día de la campaña electoral, con el argumento de que con la llegada de inmigrantes aumenta la delincuencia. En la academia de policías locales de Madrid, el presidente del Gobierno explicó que la prosperidad de España atrae no sólo a los que buscan un trabajo sino a los delincuentes que, debido a esa riqueza, tienen más posibilidades de cometer delitos.

El Gobierno viene relacionando inmigración y criminalidad desde hace un año para justificar las restricciones a la entrada de extranjeros y las nuevas leyes sobre seguridad ciudadana. En abril del 2002 el dato que manejó Aznar y el vicepresidente primero, Mariano Rajoy, era el aumento de los presos preventivos.

TEMA EVITADO EN CAMPAÑA

Hasta ayer, el líder del PP no había hablado claramente del tema en la campaña electoral. El pasado sábado en Canarias, una de las autonomías más afectadas por la llegada de inmigrantes indocumentados, se limitó a defender la necesidad de que los inmigrantes estén en situación legal.

Aznar situó el origen del binomio inmigración-criminalidad en el "cambio sociológico" que ha convertido a España en un país "más atractivo para la delincuencia". Además, el crecimiento económico ha dado a los delincuentes "más posibilidades para actuar". Para luchar contra la delincuencia, el líder del Partido Popular recordó la reciente reforma de la ley de enjuiciamiento criminal que ataca a los reincidentes, y los juicios rápidos.

Desde hace cuatro años, según Aznar, hay un 65% más de inmigrantes, que en otro momento de su discurso cifró en más de dos millones. Este aumento a una "velocidad vertiginosa" hace necesaria una "adaptación continua" de la legislación. Además, España "tiene una capacidad de acogida limitada", afirmación que el presidente explicó como si se tratara de una habitación en la que no cabe más gente.

EL PSOE PIDE DIALOGO

Sin embargo, Aznar también vio las ventajas de tener inmigrantes ya que "contribuyen a la prosperidad, cotizan a la Seguridad Social y hacen trabajos que los españoles no quieren hacer".

Por su parte, el secretario general de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero, se mostró dispuesto a "dialogar" con el Gobierno sobre la reforma "si es razonable". Si no hay consenso, el líder del PSOE auguró el "cuarto fracaso" del Ejecutivo. Criticó el uso electoral que el PP hace de la inmigración y recordó que él ha eludido el tema por ser "enormemente sensible a la ciudadanía".

El líder de Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares, arremetió contra la reforma impulsada por el Ejecutivo y subrayó que el único interés de la misma es "agitar las aguas del odio y del racismo por mero interés electoral". El presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, advirtió a Aznar de que CiU no apoyará la nueva ley de extranjería si la norma no traspasa competencias a la administración autonómica.