José María Aznar era consciente de que su intervención de este martes a Antena 3 iba a ser seguida por miles de españoles y, con especial atención, por los miembros del actual Gobierno. Se había corrido la voz de que habría titulares importantes y, por la tarde, algunos dirigentes populares admitían que "su relación con [Mariano] Rajoy no está en su mejor momento". Sus polémicas palabras han despejado cualquier duda: Aznar ha puesto en cuestión la labor de su sucesor al frente del Ejecutivo; le ha reprochado que con las últimas previsiones económicas haya lanzado a la sociedad un mensaje de "lánguida resignación" y no de "esperanza" y que se resista a bajar los impuestos que, a su juicio -y al de Esperanza Aguirre- es lo que toca con urgencia.

Asimismo, admitió que, como otros votantes del PP, piensa que este Gobierno no va sobrado de "proyecto político, de objetivos históricos, de políticas definidas". Y como final de fiesta, Aznar no descartó volver a la política, pese a que tuvo durante la entevista la oportunidad de cerrar esa puerta.

"Nunca he eludido ninguna responsabilidad. Cumpliré con mi conciencia, con mi partido y con mi país con todas las consecuencias. No tengan duda de ello", enfatizó. El culebrón está servido. Claro que a Rajoy no le debió de coger por sorpresa el discurso que Aznar lanzó desde la pantalla: el expresidente confesó que solo ha tenido una conversación larga con el actual jefe del Gobierno desde su llegada al poder y fue, según dijo, para hablar "de lo mismo que en esta entrevista".

Impuestos y Cataluña

De ahí se deduce que seguramente, en esa conversación, debió expresar a Rajoy la necesidad que existe en su opinión de acometer una reforma fiscal para las clases medias. De paso, le dedicó un rapapolvo al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro (también fue ministro con él) por haber corregido a Aguirre, en un reciente comité ejecutivo del PP, cuando ella recordó que Aznar bajó impuestos para lograr el llamado milagro económico. "Que no lo dude nadie, ni alguno de los que estaban allí. Hace falta, ahora, bajar impuestos", señaló.

De igual manera, aconsejó ahondar en la reforma laboral y enfrentarse a comunidades que, como Cataluña, "quieren romper pactos y negarse a cumplir la legalidad". "Yo haría que el Estado tuviera instrumentos para garantizar su cohesión. Con todas sus consecuencias", reiteró. De hecho, Aznar apuntó que si él tuviera de nuevo "la responsabilidad de gobernar", basaría su estrategia en: "hacer el Estado viable y eficaz; tener instituciones para defender el Estado de derecho; impulsar la reforma fiscal; conformar un nuevo pacto social sobre pensiones, sanidad y demografía, y recuperar prestigio internacional". "Y todo eso está en el mandato que recibió el PP en las últimas elecciones", espetó.

Boda y sobresueldos

Aznar no escapó de preguntas sobre el supuesto regalo de bodas que su hija y su yerno recibieron de Francisco Correa, cabecilla de la trama 'Gürtel'. El expresidente exhibió enfado, se burló de que se conviertan en noticia hechos que sucedieron hace diez años y de que no se asuma como "normal" un regalo de bodas (ha olvidado mencionar que Correa asumió gastos del enlace por más de 32.000 euros). Anunció querellas y ha cargado contra Prisa, editora de 'El País', que ha publicado estos hechos. Y negó haber cobrado sobresueldos, alegando que siempre ha declarado todo a Hacienda.