Desde la prensa capitalina, el empeño en el blanqueo de la extrema derecha ha sido constante desde el 2-D. Los negocios con Vox, son de centroderecha, dicen: se ha pretendido convencer a lectores y oyentes, o quizá compartan con ellos la idea, que el Partido Popular baila, confraterniza, negocia con la extrema derecha para domeñarla.

No, eso es imposible, claman desde los sectores más democráticos, desde los Liberales europeos, desde distintas cancillerías. Pero sí, PP y Ciudadanos bailan con lobos, con los depredadores de la extrema derecha. La interpretación ha concluido, PP y Cs gobernarán Andalucía. El programa es lo de menos para ellos. Vox ha cedido, PP y Ciudadanos también. Su fogosidad masculina ha quedado emasculada por el interés político e ideológico.

Es comprensible querer gobernar, es legítimo el cambio en Andalucía, lo es también que ese cambio, con la mayoría parlamentaria necesaria, sea conservador. Pero no que el acuerdo sea con quienes conculcan los valores básicos de la Constitución, el Estatuto, el bloque de la constitucionalidad, el acervo democrático conseguido en décadas ; las urgencias por tocar poder no pueden afectar al compromiso con los valores, de derecha e izquierda, reconocidos y reconocibles por los demócratas. Son los derechos humanos, la Declaración de las Naciones Unidas y tantos convenios y tratados, el de la Unión Europea, incluido, suscritos en compromisos universales por los demócratas de todo signo.

Todos esos valores han cedido. Luego veremos, día a día, la evolución y las justificaciones de lo pactado, pero PP y Cs ya no serán lo mismo, en Andalucía, en España o Europa.

Desde los poderes del Estado, hasta la propia Monarquía, pasando por expresidentes y ex de casi todo, ha habido pronunciamientos insistentes en la defensa de los valores de la Transición. Hoy, los mismos, autodenominados guardianes éticos, guardan silencio. Ya no parece que la Transición esté en peligro, ya no lo está el pacto constitucional, ya, tampoco, la historia de algunas fuerzas políticas. ¿Dónde están Felipe González y su gran coalición?, ¿dónde el oyente Alfonso Guerra, el vargasllosismo, en general, y otros referentes? Cotidianos y asiduos de conferencias, clubs, foros y otros pretendidos iconos morales.

Hay que echar al socialismo de Andalucía, dicen, y nada más. El socialismo ha sido derrotado, aun siendo la lista más votada, también otras fuerzas políticas, pero no podemos aceptar que haya sido derrotado el acervo constitucional de Andalucía ni sus instituciones. Sin embargo, el poder fáctico, el mediático, los grupos de interés, creen que derrotando a Susana Díaz, derrotan, de camino, a cualquier otra alternativa de progreso que pueda asomar en los próximos años.

El PP baila con la extrema derecha, se reconoce en la partitura; Ciudadanos también, y no puede pretender más que es solo un espectador: baila. No, no se les puede domeñar, ni aquí, ni en España, ni en Europa. Hay que combatirlos con armas democráticas. Bailar con ellos es traicionar a la democracia y a los valores constitucionales. Llegados aquí, el PSOE también está involucrado. No ofrecer alternativas no es una responsabilidad menor.