Estos meses atrás, con las encuestas a favor de Cs, algunos dirigentes del PP se lamentaban en privado de la rapidez de reacción del partido de Albert Rivera. Algunos de ellos identificaban a los naranjas con una lancha fuera borda y al partido de Mariano Rajoy con un navío del siglo XVIII. Sin embargo, ahora los populares quieren que esa celeridad a la hora de opinar sobre algunos temas o al plantear iniciativas se convierta en el talón de Aquiles del político catalán.

Los de Rajoy han aprovechado este debate (llevado al hemiciclo gracias a Cs paradójicamente, porque los naranjas decidieron no apoyar al PP en sus prórrogas) para marcar perfil ante el disputado elector de centroderecha. Pese a los recientes casos de Diana Quer y Gabriel Cruz, los populares han aprovechado para retratar los bandazos de Cs en este asunto con el objetivo de aparecer como el mejor defensor de esa figura punible. El PP es un partido de palabra, sería el eslogan.

El TC sigue sin resolver

Rivera acordó con Pedro Sánchez en el 2016 que suspendería inmediatamente la prisión permanente revisable si con su acuerdo el socialista llegaba a la Moncloa. Una posición que ya defendían entonces también Unidos Podemos, ERC, PDECat y la mayoría de los partidos nacionalistas. En abril de aquel año votó en la Comisión de Justicia su derogación, porque, según dijo el partido naranja, no la veía útil ni constitucional. De hecho, la oposición había presentado ya ante el tribunal que vela por que las leyes respeten la Carta Magna un recurso que todavía sigue sin resolverse. Nada menos que tres años después el Constitucional todavía no se ha manifestado, algo que, si cumple su principal ley no escrita, no hará mientras el debate social sea candente.

Seis meses después de aquella votación en la Comisión de Justicia, en octubre del 2016, con el Gobierno en funciones, Rivera decidió dar un respiro al PP y en una nueva votación en el Parlamento pasó de pedir su derogación a abstenerse. Cs empezó a virar.

La portavoz, Patricia Reyes, defendió su decisión pero criticó la norma, porque consideraba que el PP estaba haciendo «populismo punitivo». La diputada naranja llegó a decir que los populares habían utilizado la denominación «prisión permanente revisable» porque suena «más amable» que la clásica «cadena perpetua».

Abstención ante el PNV

Esa modificación de criterio se consolidó y un año más tarde, en octubre del 2017, se volvió a abstener ante la proposición ya de ley del PNV para derogarla. Reyes lamentó que el PP intentara hacer llegar el mensaje de que el endurecimiento de las penas se traduzca en «una mayor protección y seguridad para la sociedad, porque esto no es así». «Señorías, ¿qué queremos, venganza o justicia? La venganza no casa bien con la democracia», añadió.

Una expresión que justamente utilizó Rivera el miércoles, pero en sentido contrario. El líder de la formación criticó al portavoz del PSOE en la Comisión de Justicia, Juan Carlos Campo, porque, a su modo de ver, el socialista acusó de «rabia y venganza» a las familias de las víctimas de crímenes graves en el debate en el Congreso.

El cambio de criterio de Ciudadanos se acabó confirmando dentro de la Cámara. Los naranjas defendieron el mantenimiento de la pena hasta que el Tribunal Constitucional se pronuncie, pero ni ellos ni el PP lograron sacar adelante sus enmiendas para endurecer la norma y el resto de la oposición logró que la derogación siga adelante.