La Audiencia Nacional, el tribunal encargado de juzgar los delitos de terrorismo y de crimen organizado, hace aguas. Desde enero celebra cada día cuatro juicios y la situación empeorará en los próximos meses. Ha dejado de ser el buque insignia de la justicia para convertirse en una barcaza, según el presidente de la sala de lo penal, Javier Gómez Bermúdez. De momento, el atasco obliga cada día a los acusados a peregrinar hasta una de las cuatro salas de vistas.

El 2001 fue muy fructífero en instrucciones judiciales. Por eso se acumulan los macroprocesos, con muchas personas imputadas a punto de cumplir el máximo de cuatro años de prisión provisional. Si antes de que llegue ese día no han sido juzgadas, deberán ser excarceladas.

La plantilla

Por ello, el presidente de la sala de lo penal, Javier Gómez Bermúdez, ha apretado el acelerador. 12 jueces titulares, dos suplentes, cuatro en comisión de servicio y un emérito trabajan a destajo para cumplir plazos. También deben resolver, en menos de 40 días, las extradiciones de delincuentes, en su mayoría de países del Este, y las euroórdenes.

Además, Gómez Bermúdez ha fijado un nuevo sistema que ha levantado ampollas. Ha decidido, con el aval del Consejo del Poder Judicial (CGPJ), que tiene potestad para elegir a los magistrados de cada sala. Hasta ahora, los jueces pertenecían a una de las cuatro secciones, pero con el nuevo sistema rotan de sección en sección, a criterio del presidente, ya que todos forman parte de la sala de lo penal.

Los recursos

Gómez Bermúdez también ha resuelto "optimizar" los recursos humanos. Por ello, ha decidido que los juicios no se celebren "de corrido", sino que se celebren dos o tres días, cada semana. "Los juicios corridos son antieconómicos," dice el presidente de lo penal "porque sólo uno de los tres jueces tiene que redactar la sentencia y los otros dos tienen un trabajo más ligero". Por ello, cada una de las cuatro secciones, con distintos magistrados, celebra juicios todos los días. Dos jornadas, en sesiones de mañana y tarde.

Esta sobrecarga preocupa a los magistrados. En los pasillos de la planta sexta y séptima, los comentarios coinciden: "Es una situación insoportable". A los jueces les asusta la urgencia: "Cuando se trabaja a matacaballo, se cometen errores".

Hasta ahora, esos fallos los van subsanando en los autos de aclaración, en los que corrigen los desajustes de las sentencias, como la responsabilidad civil de unos condenados o la duración de las condenas.

Además, todos explican que faltan magistrados y salas. Tesis que comparten los fiscales a los que comunican de un día para otro que se ha señalado un juicio con más de 20 acusados.

Los problemas

Mientras la sala de lo penal estuvo presidida por Siro García, ahora en el Tribunal Supremo, se superaron momentos difíciles, como los macroprocesos del síndrome tóxico (envenenamiento de la colza) y la operación Nécora (primer juicio contra el narcotráfico gallego). Entonces, esos juicios se celebraban tres días a la semana, en sesiones de mañana, tarde y noche. Pero hay otras diferencias.

Fuentes conocedoras de esa casa explican que actualmente se constata una rivalidad entre el presidente de la sala de lo penal y los magistrados. "No hay una relación fluida", comentan. Los motivos hay que buscarlos en el nombramiento de Gómez Bermúdez. Varios magistrados optaron a ese puesto y no han digerido su derrota.

Pero no es el único problema. Gómez Bermúdez no ha podido sustituir la personalidad de Siro García, un jurista con gran autoridad moral.

De momento, el Consejo del Poder Judicial no ha tomado cartas en el asunto. Pero algunos abogados ya han denunciado la situación. El letrado Jaime Sanz de Bremond dice que el atasco vulnera el derecho de defensa: "No hay tiempo para preparar los juicios".