Algo se mueve en la izquierda aberzale. Diez días después de que ETA dinamitara el alto el fuego con un atentado mortal, Batasuna pidió a la banda que reafirmara su apuesta por el fin de la violencia. Arnaldo Otegi se puso todo lo solemne que merece una primera vez y pronunció palabras que no había vocalizado antes. Con todo, al Gobierno y a las fuerzas políticas vascas les supo a poco, porque el portavoz aberzale no condenó la bomba de la terminal de Barajas. Al término de la reunión que mantuvieron José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en la Moncloa, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega comentó que a Batasuna "le queda un largo camino por recorrer", pero no negó que el de ayer fuera un paso.

En síntesis, lo que hizo el líder de Batasuna es avanzar la posición que ETA mantendrá, presumiblemente, en un próximo comunicado que dan por seguro todas las fuentes consultadas. La banda terrorista, según fuentes conocedoras de su entorno, explicará las razones por las que puso una bomba en Barajas y explicitará si buscaba el efecto que a la postre provocó: matar a dos personas y, en consecuencia, dinamitar el alto el fuego.

Sigue el proceso

En el imaginario aberzale, el proceso debe seguir. Así lo puso de manifiesto Otegi la tarde misma del atentado, cuando consideró el diálogo "más necesario que nunca" en una declaración más voluntarista que realista. El líder aberzale ratificó ayer su posición, al solicitar a ETA que reafirme que mantiene "intactos los compromisos y objetivos explicitados en su comunicado del 22 de marzo", con el que declaró el alto el fuego permanente.

Otegi pidió a los terroristas que no retomen las armas y reconoció que "el diálogo político solo es posible en ausencia de cualquier tipo de violencia", lo que incluye, se supone, una apuesta por el cese incluso de la kale borroka . El mensaje se completó con un llamamiento al Gobierno socialista para que retome las conversaciones de paz.

El atentado del día 30 rompió el proceso de paz, y de paso se llevó por delante las expectativas de Otegi para devolver a Batasuna a la legalidad en las próximas elecciones municipales y autonómicas de este año. Esa es, en primer término, la consecuencia que vivirá Otegi --quien además será llamado en breve a saldar sus cuentas pendientes con la justicia--; por eso está poniendo toda la carne en el asador para intentar salvar el proceso de una muerte que ya ha certificado el Gobierno.

La declaración del dirigente aberzale estuvo llena de elementos novedosos, aunque dista mucho aún de responder a las exigencias de los demócratas para que regrese a la legalidad en cumplimiento de la ley de partidos. Otegi abandonó ayer los clásicos circunloquios con los que acostumbra a referirse a las bombas --"acciones" o "expresiones del conflicto", las suele llamar-- para hablar por primera vez de "atentado". Como colofón, incluyó a la izquierda aberzale entre los responsables de que el proceso de paz haya fracasado hasta el punto de concluir en un atentado.

Nerviosismo y austeridad

Visiblemente nervioso, Otegi se rodeó de formalismos para solemnizar sus palabras. No admitió preguntas para no desviarse del mensaje que traía escrito y minuciosamente estudiado. Y evitó la tradicional mesa llena de dirigentes aberzales para hablar de pie, ante un atril sin distintivos y con la ikurriña y la bandera de Navarra de fondo.

El portavoz de la ilegalizada Batasuna se reafirmó en los compromisos de la propuesta de Anoeta y recalcó en concreto el que sostiene que "el diálogo político resolutivo tiene que desarrollarse necesariamente en ausencia de cualquier tipo de violencia". Esta afirmación cobra especial importancia ante la escalada que en los últimos meses está experimentando la kale borroka , con un ataque de grandes dimensiones que obligó recientemente a desalojar a 50 personas en Arrasate (Guipúzcoa).

Si también hubo avances en las relaciones entre el Gobierno y el PP tras el encuentro de ayer en la Moncloa entre Zapatero y Rajoy ninguna de las dos partes los explicitó públicamente. El presidente había convocado al líder conservador a una reunión de urgencia que hizo saltar las alarmas informativas, ante la perspectiva de que hubiera novedades de relieve en la investigación del atentado del día 30. No fue así. Se trataba de un intento del jefe del Gobierno por llamar a Rajoy al restablecimiento de un consenso antiterrorista que se quebró al llegar el PSOE al Gobierno y empeoró durante el proceso de paz. Roto el diálogo con la banda, el Ejecutivo se empeña en recuperar el entendimiento entre los demócratas.

El de ayer en la Moncloa también fue un paso más, pero como el de Batasuna, insuficiente. El presidente no colmó las expectativas de Rajoy, que exige una propuesta para devolver su confianza a Zapatero. Este se aferra a su legitimidad para dirigir la política antiterrorista, mientras que el líder conservador considera acreditado que el atentado le da la razón y que solo la búsqueda de la derrota de ETA merece el esfuerzo de abandonar la oposición al Gobierno para ensayar la colaboración.

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, tiene la responsabilidad de modelar ese nuevo consenso que persigue el Gobierno. Lo intentará con el PP y después con el resto de grupos, en una ronda de contactos que se prolongará hasta mañana.