El pederasta confeso Joaquim Benítez seguía siempre el mismo patrón para abusar sexualmente de sus alumnos, según las 10 denuncias contra él remitidas, por ahora, por los Mossos aljuzgado que investiga a este exprofesor de gimnasia del colegio Maristas Sants-Les Corts y a las que ha tenido acceso EL PERIÓDICO. La policía tiene pendientes de remitir al juez los testimonios de, al menos, otras cinco víctimas. Los tocamientos de genitales, las felaciones y las masturbaciones se producían en su despacho y la excusa más común que utilizaba era el tratamiento de una lesión. Este viernes está prevista una manifestación contra la pederastia en la escuela a las seis de la tarde en la plaza del Centre.

Las denuncias recibidas por la policía autonómica corresponden a hechos distribuidos en un extenso periodo de tiempo (1983-2011) por personas que no tienen relación entre sí, han estado en el colegio en años distintos y han relatado una “misma modalidad delictiva”, según sostiene un informe policial incluido en la causa contra Benítez, que se encuentra en libertad provisional.

Y es que el pederasta confeso fue profesor de educación física en la escuela por un periodo de tiempo extenso. El primer contrato con los Maristas data de diciembre de 1978, cuando estuvo más de siete meses trabajando en el colegio de Sants-Les Corts. Cesó en la escuela el 8 de junio del 2011, un día después de que la congregación religiosadenunciara ante la justicia que la familia de un alumno acusaba a Benítez de haber abusado del menor. Los Maristas, sin embargo,ocultaron en la denuncia que el agresor había confesado los hechos.

SUPERIORIDAD E INTIMIDACIÓN

En el transcurso de esos años, Benítez, aprovechando su cargo de profesor y con pretextos convincentes (una lesión durante una actividad deportiva), llevaba a las víctimas a su despacho. Los Mossos sostienen que una vez allí hacía tocamientos o agredía sexualmente a sus alumnos, utilizando su “situación de superioridad” (diferencia de edad, corpulencia y cargo) y “la impunidad” que le otorgaba la privacidad del espacio. El profesor ejercía, de esta manera, una “intimidación” ante unas víctimas que no sabían reaccionar.

La situación relatada por la mayoría de las víctimas es similar. Benítez les llevaba al despacho con una excusa (a uno le dijo que podía tener una pierna más larga que la otra). En muchos casos, hacía que los estudiantes se estiraran en la camilla y ahí les tocaba los genitales o les hacía felaciones. Varios afectados han relatado que han sufrido traumas psicológicos o físicos, como problemas de erección, y que no comentaron a nadie esos abusos por temor a que no les creyeran.

DECENAS DE AÑOS DE CÁRCEL

Las víctimas no entienden que Benítez esté en libertad. Y es que el exprofesor se puede enfrentar a decenas de años de cárcel, aunque el cumplimiento máximo es de dos décadas. Para calcularlo debe tenerse en cuenta la fecha de los hechos, la edad del menor, el Código Penal aplicable y las agravantes. El delito de abusos (tocamientos) puede llegar hasta los 10 años de cárcel y la agresión sexual (acceso carnal de forma anal, bucal o vaginal), hasta los 15.