El Gobierno de Tony Blair ha abandonado el proyecto que pretendía obligar a las escuelas confesionales a reservar el 25% de sus plazas a alumnos pertenecientes a otras confesiones o que no pertenecieran a ningún credo religioso. El giro súbito y radical del Ejecutivo, en un asunto tan controvertido, fue justificado por el ministro de Educación, Alan Johnson, alegando que se ha alcanzado "un acuerdo voluntario" con las iglesias anglicana y católica, las dos más importantes del país.

Sin embargo, los términos de ese acuerdo no han sido especificados. Mientras, en la Cámara de los Lores se prepara una batalla contra el Ejecutivo, volviendo a incluir la próxima semana una enmienda con el proyecto de las cuotas. El antiguo ministro de Educación conservador, Kenneth Baker, fue el primero en proponer el plan de plazas reservadas en las escuelas religiosas y su idea fue adoptada por Johnson, para ser ahora abandonada.

Baker acusa al Gobierno de estar creando "guetos educativos", al separar por cuestiones de fe a los alumnos, de entre 5 y los 11 años, en lugar de contribuir a su integración. Una de sus preocupaciones son las escuelas islámicas, a las que en principio no afectaría el acuerdo. En Inglaterra hay 4.646 escuelas anglicanas, 2.041 católicas, 37 judías, 9 musulmanas y 2 sijs.

Los grupos religiosos siempre se han opuesto a la injerencia del Gobierno. El sistema de cuotas era visto como una imposición que podría perjudicar a los alumnos de su comunidad.

CRISIS DEL SISTEMA Los representantes de la Iglesia Católica habían pedido aclaraciones al Gobierno, para saber exactamente quién iba a cotizar por las plazas extra. El debate no es nuevo, pero en esta ocasión se produce en un momento muy delicado, en el que la sociedad británica se está planteando si su sistema multicultural, permitiendo a cada comunidad cultivar sus diferencias, está funcionando.