Ni las peores encuestas ni los negros vaticinios del Fondo Monetario Internacional (FMI) van a torcer el discurso socialista a favor de una "subida moderada de impuestos" que permita mantener los niveles de protección social. Ese fue el mensaje inequívoco que ayer trasladó en Bilbao el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, que aprovechó su intervención en la clausura del sexto congreso del PSE para reconocer, por primera vez, la disposición de su partido a "pagar un coste electoral" si eso es necesario para evitar "fracturas sociales". Lo que en todo caso quiso dejar claro Blanco es que el Gobierno sabe lo que quiere y a dónde va para defender el "interés general" y la cohesión social. Es más, auguró que los ciudadanos "reconocerán" ese esfuerzo en el 2012, cuando se celebren elecciones generales, y recomendó no elevar a "categoría de fe" las opiniones del FMI ya que, argumentó, ni este organismo ni otros de los que ahora opinan sobre la economía española supieron ver la llegada de la crisis.

La defensa de la política económica del Gobierno se combinó con una crítica al PP y a su "hipocresía". Acusó a Mariano Rajoy de querer regresar a 1996 con la "política del ladrillo" y sentenció que al líder popular "no le importa la crisis ni los españoles" porque lo que le preocupa es "la crisis de su partido".

Blanco puso especial cuidado en no hacer mención alguna al PNV ni al papel de interlocutor preferente del Gobierno en la negociación presupuestaria que ahora juega el partido de Iñigo Urkullu. También Patxi López obvió casi por completo a los peneuvistas, a los que solo censuró por cuestionar la legitimidad del PSE para gobernar Euskadi. El reelegido secretario general del PSE, que ayer cumplió 50 años, cerró el congreso pidiendo un partido activo que no se limite a ser "eco acrítico" del Gobierno.

De momento, el PSE se exhibe como una piña. La nueva ejecutiva, ampliada a 38 miembros y con Jesús Eguiguren como presidente, dejó contento a todo el mundo, aunque el núcleo duro se concentra en Vizcaya con la continuidad de Rodolfo Ares y con el alcalde de Portugalete, Mikel Cabieces, como número dos. López hizo así suyo el mensaje enviado por Zapatero de que "nada hay más útil" para gobernar que un partido fuerte, unido y exigente.