José Blanco acudió ayer a Pamplona para reconducir las aguas del socialismo navarro, pero no lo logró. El secretario de organización del PSOE se encontró con un comité regional del PSN muy tenso, que culminó con Mariano Cerezo, hasta hace poco miembro de la ejecutiva regional, anunciando que dejaba el partido. El descontento de los críticos era notorio al final de la cita, que se prolongó durante seis horas y media, pero el secretario general, Carlos Chivite, reiteró que no dimitirá.

Blanco brindó su apoyo a Chivite, aunque desveló que la ejecutiva federal ya le transmitió desde "el primer día" que en la calle de Ferraz (sede central del PSOE) no se autorizaba el pacto con Nafarroa Bai. De esta manera, dejó caer sobre las espaldas del secretario y del dimisionario candidato Fernando Puras la responsabilidad de haber prolongado durante 70 días las negociaciones con la coalición nacionalista e IUN, a sabiendas de que no podían prosperar. Admitió que la ejecutiva federal tuvo su parte de culpa en la "gestión de la decisión", como definió lo sucedido durante dos meses.

Los sectores disidentes están representados por dos agrupaciones: la que integra a militantes de las comarcas meridionales de la Ribera, y la que aglutina a los descontentos de la zona media de Pamplona. Los primeros fueron mucho más contundentes al expresar su malestar, hasta el punto de que el documento que presentaron para su debate fue rechazado por Blanco, que lo calificó de "insultante". El segundo grupo también presentó un texto, que fue recogido por el representante de la ejecutiva federal, aunque tampoco se votó.

QUITAR HIERRO Blanco intentó transmitir tranquilidad, dio por zanjado el debate y sostuvo que la mayor parte de las 56 intervenciones durante la reunión fueron constructivas. También quitó importancia a la dimisión de Mariano Cerezo, y anunció que posee datos que auguran una victoria socialista en Navarra en las próximas generales.