Una vez más, el presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, ha rebajado el tono de los mensajes más crispados lanzados por otros representantes de la jerarquía eclesiástica. A pesar de que, en la multitudinaria manifestación convocada el pasado domingo, los obispos se centraron en criticar las políticas sociales del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Blázquez instó ayer a los sacerdotes a llevar "con dignidad" las dificultades que encuentran en su misión apostólica "sin echar las culpas a derechas o izquierdas". Entre estas dificultades, el presidente de la Conferencia Episcopal destacó la frialdad y el desinterés repecto a la religión, y la debilidad institucional y la fragilidad de la Iglesia en la sociedad actual.

De esta manera, la jerarquía eclesiástica rompe su silencio tras la concentración convocada bajo el lema Por la familia cristiana y, sobre todo, después de que los duros ataques que allí se escucharon contra la gestión del Ejecutivo socialista hayan abierto una crisis entre la Iglesia española y el Ejecutivo del PSOE.

UN PRIMER PASO Los socialistas exigieron una rectificación a la cúpula eclesiástica después de que el arzobispo de Madrid, Antonio Rouco Varela, lamentase que el Gobierno de Zapatero haya dado marcha atrás en la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU sobre el derecho de la familia a "ser protegida por el Estado". Las palabras de Blázquez, aunque no sean la rectificación que esperaban los socialistas, pueden interpretarse como un primer mensaje conciliador tras la polémica.

Ya en la misma manifestación, el presidente de la Conferencia Episcopal destacó por utilizar un tono menos crispado que Rouco Varela o que el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, que insistió en que "el laicismo radical es un fraude y que por ese camino no se respeta la Constitución".

Ahora está por ver si el mensaje del obispo de Bilbao es compartido por el resto de dirigentes de la Conferencia Episcopal porque ya existen precedentes de la soledad de Blázquez. El más reciente se produjo el pasado mes de noviembre, cuando este pidió perdón por "actuaciones concretas" de la Iglesia durante la Segunda República y la guerra civil, y solo el obispo de Sevilla, Carlos Amigo, le respaldó. Entonces, quedó claro que en la Conferencia Episcopal existe más de una posición.