El vehículo Blindado Medio sobre Ruedas (BMR) en el que murieron el domingo seis militares del Ejército español no tenía instalado un inhibidor de frecuencia, un aparato que podría haber impedido activar la bomba que lo hizo saltar por los aires. ¿Por qué no tienen esos aparatos las tropas españolas en el Líbano? El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, tuvo que enfrentarse ayer a esa incómoda pregunta en la Base Cervantes de Marjayun, donde aterrizó por la mañana para visitar a los dos heridos en el ataque y repatriar los cuerpos de los 6 fallecidos a España.

Alonso explicó que los carros españoles en Afganistán sí están dotados de ese dispositivo. Añadió que el Estado Mayor de la Defensa ordenó el 7 de noviembre del 2006 adquirir inhibidores para los vehículos militares destinados en misiones en el extranjero, pero que la empresa adjudicataria no sirvió los 90 comprados para el Líbano hasta el pasado 30 de mayo. Sostuvo que la instalación de estos aparatos es "compleja" y que el Gobierno optó por empezar por los carros que operan en Afganistán porque "los informes de la inteligencia militar decían que el riesgo de un atentado estaba allí".

Estos aparatos, que llegan a costar 20.000 euros por unidad, están preparados para neutralizar la activación de artefactos explosivos en un radio de 300 metros, según el presidente de la Asociación Española de Escoltas (ASES), Vicente de la Cruz. Varios expertos consultados por este diario describieron como "muy compleja" la instalación de los dispositivos en vehículos militares blindados, ya que afectan a la sofisticada tecnología de la que están dotados los carros.

El príncipe Felipe, el presidente del Gobierno y las familias de los fallecidos recibieron de madrugada en la Base madrileña de Torrejón de Ardoz los cuerpos de los militares fallecidos. Los dos heridos, con quemaduras en la cara y las manos, evolucionan favorablemente y llegarán a España próximamente.

En la Base Cervantes de Marjayun todos los dedos señalan hacia Al Qaeda como supuesta responsable del atentado terrorista que mató a Jeferson Vargas Moya (21 años), Yhon Edisson Posada (20 años) y Jeyson Alejandro Castaño Abadía (20 años) --nacidos en Colombia-- y Jonathan Galea García (madrileño, de 18 años), Juan Carlos Villora Díaz (abulense, de 20) y Manuel David Portas Ruiz (sevillano, de 20).

DE PADRES EXTREMEÑOS Jonathan García será enterrado hoy en Fuente del Arco, donde nacieron sus padres y a donde iba para pasar el verano y asistir a las fiestas, por lo que todos sus vecinos están conmocionados. El presidente Ibarra asistirá al funeral de hoy en Madrid.

En rigor, señalan hacia Al Fatá al Islam, un grupo situado en la órbita de la red de Osama bin Laden y que, supuestamente, había confesado tener en el punto de mira a las tropas de la ONU en el Líbano. Alonso lo dejó entrever al exculpar al otro sospechoso, Hizbulá, la milicia y partido islamista cuya guerra con Israel originó la misión de la FINUL.

Cada vez está más claro, pese a que aún se desconoce el explosivo utilizado, cómo fue el atentado. Se trató de una furgoneta bomba Renault Express, con matrícula falsa y el número de bastidor trucado, lo que hace suponer que era de "fuera del Líbano", según Alonso, que dará todos los detalles al Congreso, donde acudirá a petición propia.

El vehículo contenía 50 kilos de explosivo y en la cabeza del soldado Daniel Blanco, un compañero de los fallecidos que se encontraba en el vehículo que precedía al que reventó, todavía resuena el estallido. "Fue indescriptible", dijo ayer. "Al principio no sabíamos nada. Al llegar a la zona del vehículo vimos a nuestros compañeros malheridos. Uno estaba tirado en el suelo y otros dos gritaban sin parar. Se acercó una patrulla de italianos y se quedaron atónitos. No sabían cómo reaccionar. Incluso algunos tomaron imágenes en lugar de ayudar. Quien ayudó de verdad fue el Ejército libanés, que se encargó de trasladar a los compañeros". Los soldados no iban de patrulla, sino que trasladaban el blindado de un punto a otro de la zona española.

El BMR seguía ayer en la carretera donde estalló. La explosión se escuchó en la Base, situada a tres kilómetros y en la que residen 600 militares españoles. Los BMR pesan cerca de 15 toneladas, pero eso no impidió que este fuera desplazado 15 metros por la fuerza del explosivo.