El ministro de Defensa, José Bono, lamentó ayer los insultos recibidos por Santiago Carrillo el jueves en Madrid aunque, acto seguido, proyectó sombras sobre la vida del exsecretario general del PCE. El Gobierno condenó los incidentes "sin paliativos".

Bono denunció que haya quien "incomode a un anciano" que tanto hizo por la libertad durante la transición, aunque añadió que, en su biografía y en la trayectoria del PCE, hay "elementos muy criticables".

Los insultos se produjeron en la investidura de Carrillo como doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid. Es el segundo ataque a Carrillo después del intento de agresión sufrido el pasado 16 de abril, también en Madrid.

En tono elogioso, Bono recordó que, "cuando el PCE aún era ilegal, dio una rueda de prensa y quiso que la bandera española estuviese junto a él".

LAS ESENCIAS PATRIAS Para Bono, Carrillo quiso dejar claro que "una cosa era la nación y otra la dictadura que se había apropiado de los símbolos y de las esencias patrias".

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, tildó de "inaceptables" los altercados. Tras el Consejo de Ministros, De la Vega afirmó que el Ejecutivo no creía razonable que, en estos momentos en que "a mucha gente se le llena la boca" con la palabra "transición", se insulte a quien "desempeñó un papel magnífico" en ese periodo. Y rechazó que los incidentes reflejen un clima de crispación política.

Carrillo, por su parte, dijo que la "agresividad del PP" animó al grupo de personas que intentó boicotear el acto. Según el exdirigente del PCE, hay una "crispación, provocada" por los populares, y que se manifiesta en las sesiones parlamentarias, los medios de comunicación o "en esa grotesca afirmación" del presidente del PP, Mariano Rajoy, de que "el prestigio de Aznar se ha multiplicado por infinito".