El ministro de Defensa, José Bono, viajará a Moscú los próximos días 15 y 16 para devolver a las autoridades rusas la cruz que coronaba la cúpula de la catedral de Santa Sofía de Novgorod. Se trata de una cruz ortodoxa de 2,5 metros de altura, fraguada en cobre y revestida de oro. Unos zapadores de la División Azul, que luchaban junto a los nazis en la segunda guerra mundial contra el Ejército ruso, la rescataron en 1942 de entre los escombros de la catedral y la trajeron a España.

La crónica de Bono con la cruz a cuestas tiene todavía algunos elementos de incertidumbre: "No sé a quién debo devolverla: al Pope o a mi homólogo Sergei Ivanov", ha comentado el ministro a este diario. La restitución del sagrado símbolo, considerado por unos "un trofeo de guerra" y por otros "una prueba de la religiosidad de los soldados españoles" que luchaban en la Wehrmacht alemana contra los comunistas, fue planteada el año pasado durante una visita del Rey a la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares (Madrid), donde está guardada.

Ha sido el nuevo ministro de Defensa quien, en octubre pasado, tomó la decisión de devolver la cruz a sus legítimos dueños. Pero antes, Bono ordenó confeccionar una copia.

La cruz en cuestión ha sido custodiada durante años en la capilla de la Academia de Ingenieros. A sus pies, una inscripción reproduce la explicación del comandante Bellod sobre cómo se rescató la cruz de los escombros. Dice que los soldados españoles defendían en Novgorod "los ideales de la civilización católica" contra los comunistas y que, cuando la iglesia fue bombardeada, el día del Corpus Cristi de 1942, el batallón de zapadores españoles no dudó en sacarla de entre los cascotes y traerla a España.