Hubo un tiempo en que los nacionalistas se expresaban con gran beligerancia en Cataluña pero luego, en Madrid, modulaban el tono para no suscitar recelos. Las televisiones, que exportan subtitulados los más enfervorizados mensajes que se pronuncian en catalán, aniquiló ese doble discurso. El nacionalista Artur Mas rescata ahora a sus clásicos, pero a la inversa: si en Barcelona, el 20 de noviembre, flirteó con la ambigüedad al reivindicar un "derecho a decidir" que puede espantar al electorado moderado, ayer en Madrid agitó el fantasma de la autodeterminación cuando retó a España a "prepararse" para afrontar el desafío que se gesta en Cataluña. Mas emplazó a España a "preparar un plan B" para cuando Cataluña empiece a ejercer "el derecho a decidir". Cuando Cataluña se disponga a decidir por sí misma, advirtió, PSOE y PP no podrán convertir la Constitución en un "muro" tras el que esconderse, ni promover reformas electorales para "frenar la fuerza del nacionalismo catalán". "Cataluña no lo aceptará", avisó.

PAIS POCO DEMOCRATICO Mas dejó una pregunta en el aire: "¿Cómo reaccionará el Estado cuando Cataluña plantee el concierto económico?". Insistió en que, si el Constitucional desvirtúa el Estatut, "habrá un conflicto de legitimidades" de gran calado: "Cataluña tendrá un problema, pero España también". El líder de CiU definió España como "un país con baja calidad y baja intensidad democrática".

El socialista José Bono, en busca de apoyos para presidir el Congreso, asistió al acto. Tras mucho removerse en la silla, tomó la palabra para afirmar que las naciones son "un invento" y que el Estatut fue un hijo no deseado, dada la baja participación en el referendo.