Cuando todavía suenan los ecos del reproche del PSOE a José Bono por el homenaje frustrado a santa María Maravillas de Jesús, el presidente del Congreso criticó ayer el poder de las cúpulas de los partidos a la hora de confeccionar las listas electorales.

En una conferencia sobre el 30º aniversario de la Constitución, Bono propuso reformar la ley electoral para que "los elegidos se sientan mucho más cerca de los electores que de las cúpulas partidistas que hacen las candidaturas", entre los que él se incluyó. Para ello sugirió un sistema de doble urna. Una para votar a un diputado por cada distrito, con un sistema de elección mayoritario, y otra para una circunscripción única, autonómica o de ámbito español.

Bono enmarcó esta propuesta en la necesidad de "revisar la vida de los partidos", dado que, a su juicio, los ciudadanos cada vez marcan más las distancias con la política. Y pese a que solemnizó su vinculación con el PSOE "mientras viva", también reivindicó su derecho a no pensar igual que, por ejemplo, la secretaria de organización del partido, Leire Pajín, presente en la conferencia.

Preguntado por la polémica de santa María Maravillas en el Congreso, Bono reconoció el error porque él es "humano y no divino". En torno a la reapertura del debate por la presencia de símbolos religiosos en las instituciones, el presidente del Congreso propuso "no imponer dogmas religiosos", sino la ley.

Bono discrepó de la tesis del expresidente catalán Pasqual Maragall, quien en su libro de memorias culpa al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y a José Montilla de haber forzado su retirada. Bono expresó su respeto por Maragall, pero recordó que estas polémicas se miden en las urnas, y en Cataluña el más votado no es otro que Zapatero. Eso sí, el dirigente socialista afirmó que Maragall y él no siempre han coincidido en las opiniones, "pero siempre en los afectos".