La desazón de Junts per Catalunya por tener que ver desde la barrera las negociaciones entre el PSOE y ERC por el nuevo Gobierno está provocando que eleve el tono contra sus socios en la Generalitat. Si el miércoles fue el president Quim Torra quien exigió a Pere Aragonès que no le apartara, ayer fue la líder posconvergente en el Congreso, Laura Borràs, quien usó palabras gruesas contra el vicepresidente y hombre fuerte de Esquerra.

La candidata de JxCat en las últimas elecciones generales aseguró que es «muy feo, desleal y poco procedente en términos de lealtad institucional» afirmar que «no es necesario» que Torra participe en una mesa de diálogo con el Gobierno, como hizo Aragonès hace unos días. No solo eso: en una entrevista en la web Mirall, Borràs afirmó que la presencia de Torra es «indispensable» para «normalizar este marco de reanudación de los contactos». El president, añadió, «es la máxima institución del país, y ningún catalán debería desprestigiar a la máxima institución. Quien tenga la tentación de hacerlo debería hacer una reflexión de lealtad a las instituciones propias», y es «incomprensible que alguien que forma parte del sistema de las instituciones catalanas» lo menosprecie.

Alguien le recordó poco después la reflexión completa de Aragonès en torno a la presencia de Torra en las conversaciones. El vicepresidente de la Generalitat dijo en realidad que el president no debía participar si no lo hacía también Pedro Sánchez. «Si una parte decide enviar un determinado rango, la otra parte deberá enviar el mismo rango. Es lógico en cualquier negociación», subrayó.

Y eso provocó la rectificación de Borràs. La portavoz de JxCat en el Congreso negó, pocas horas después del revuelo inicial, que quisiera acusar de «desleal» a Aragonès: «Por supuesto que no. No lo dije en esos términos». Según ella, y aunque la pregunta citaba al vicepresident y ella se refirió explícitamente a los que atacan a Torra desde Cataluña, la cuestión a la que respondía «era más amplia y hablaba del desprestigio al que algunos quieren someter a la figura del presidente de la Generalitat».

Pese a todo, siguió reclamando «un gesto de presidente a presidente». Sería extraño que se produjera. En primer lugar, porque el PSOE se ha marcado como prioritaria la abstención de ERC -no la de JxCat- para sumar los votos que necesita Sánchez para la reelección; en segundo lugar, porque los socialistas no consideran a Torra un interlocutor válido. Hace solo dos días el president animó al independentismo a «escuchar con atención» a un teórico de la desobediencia civil, Paul Engler, que anima a «polarizar» la sociedad y afirma que «morir como un mártir es inherente a los movimientos ganadores». Ayer, Josep Costa, vicepresidente del Parlament, avisó de que la situación de los republicanos es «arrisgada y controvertida, sobre todo si lo hacen en solitario».