Cubierto con la bandera de España y a hombros de ocho miembros del Ejército, los restos mortales del expresidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo recibieron ayer honores de Estado en Madrid, antes de ser trasladados a Ribadeo (Lugo), donde recibieron sepultura. José Luis Rodríguez Zapatero y los presidentes del Congreso y el Senado, José Bono y Javier Rojo, presidieron las honras fúnebres a las puertas del Congreso, mientras que cientos de ciudadanos y representantes de las autoridades gallegas acompañaron a la familia en el entierro.

La capilla ardiente, situada desde el domingo en el Congreso de los Diputados, permaneció abierta hasta las nueve. Una hora después comenzó la ceremonia, cuando ocho militares sacaron el féretro por la Puerta de los Leones de la Cámara baja. En la escalinata esperaban, además de su viuda, Pilar Ibáñez, sus hijos y sus nietos, que portaban ramos de flores; la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; la ministra de Educación y sobrina de Calvo-Sotelo, Mercedes Cabrera, y los presidentes del Tribunal Constitucional y Congreso, así como el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, entre otros.

EMOCION El féretro fue trasladado en un coche de caballos hasta la cercana plaza de Neptuno, donde tuvo lugar el momento más emotivo de la ceremonia, con el toque de oración y la salva de honor. Después, una compañía mixta de los tres ejércitos y la Guardia Civil desfiló ante la comitiva. Hacia las once de la mañana los restos mortales del expresidente fueron trasladados en avión hasta el aeropuerto de Asturias y de ahí en coche fúnebre hasta Ribadeo.

En el ayuntamiento de esta ciudad, donde Calvo-Sotelo veraneaba, se instaló de nuevo una capilla ardiente, que permaneció abierta hasta las seis de la tarde, cuando el féretro fue trasladado a hombros hasta la iglesia. El obispo Manuel Sánchez ofició el funeral. Un millar de ciudadanos --entre ellos, el presidente de la Xunta de Galicia, Emilio Pérez Touriño, y el hijo del expresidente Adolfo Suárez, a quien sustituyó Calvo-Sotelo en 1981-- arroparon a la familia durante el entierro en el cementerio de la localidad lucense.