Francisco Camps, al estilo de su mentora Rita Barberá, fue un presidente excesivo. Así lo definió, sin decirlo, esta semana en la Audiencia Nacional Ricardo Costa, su exmano derecha en el PPCV. "Era, es, una persona muy compulsiva, muy especial", apuntó. Juntando compulsivo y especial, aparece la grandilocuencia de Camps

También se puede llegar a esa conclusión al ver la "serie de complementos" que, según Costa, el expresidente de la Generalitat y de los populares valencianos decidió incluir en un mitin de Mariano Rajoy en la plaza de toros de València. Fueron "fuegos artificiales, alguna pantalla adicional, algún animador, por ejemplo, una banda de música". Pero, claro, el exsecretario general del PPCV, también reconoció que esos complementos los pagaban empresarios a los que luego se les adjudicaba obra pública.

O igualmente se puede recordar cosas que dijo Camps en su día. Como que era "el candidato más respaldado de todos los candidatos de la historia de las democracias occidentales en todo el mundo", que el suyo era "el gobierno más transparente de España y de Europa" o que "los ciudadanos de la Comunitat Valenciana somos los mejores, tenemos lo mejor y tenemos la obligación y la responsabilidad de seguir haciendo de nuestra tierra la mejor de España y de Europa".

Preparado para... la Moncloa

Del mismo modo se mostró convencido de que "los 45 millones de españoles" sabían que era "honrado" e incluso, tras ser absuelto del caso de los trajes por el que tuvo que dimitir previamente, dijo que estaba más preparado que nunca para volver al Palau de la Generalitat... o a la Moncloa. "Es que al final mi bagaje es impresionante", le dijo sin rubor en su día a 'Telva'.

También quedan imágenes para ilustrarlo y puede que todas se resuman en la vuelta 'de honor' que dio a los mandos de un Ferrari descapotable en la fiesta de la escudería en el Circuit de Cheste, con Barberá de copiloto y llevando como pasajero, entre otros, a Fernando Alonso. Y saludando a la grada, como saludaba a los diputados populares en las Corts, donde Costa era portavoz y muñidor, que le recibían puestos en pie y con larguísimas ovaciones.

En total fueron cerca de siete años en los que Camps y Costa, uno jefe y otro mandado, se entretuvieron "poniendo a la Comunitat en el mapa", ejerciendo de 'dique' y 'estilete' ante el Gobierno de Zapatero y apuntalando el débil liderazgo interno de Rajoy. Pero la fiesta, parece ser, la estaban pagando los valencianos.

Esa icónica imagen del Ferrari es del 15 de noviembre del 2009, apenas unos días después de que Camps hubiera asumido que había perdido el pulso con Génova por Costa, al que la dirección nacional había suspendido de militancia para que cesara como secretario general del partido en la Comunitat. Pero entonces la relación entre ambos aún era sólida. "Todos en el partido tenemos por Costa el mayor respeto y avalamos su excepcional gestión", aseguró el aún presidente.

El despegue definitivo del que en 1995 se convirtió en el diputado más joven de la historia del Parlamento autonómico, se inició en el 2004 cuando Camps lo nombró vicesecretario general del partido casi al mismo tiempo que invitaba a los cabecillas de la trama 'Gürtel' a que se trasladaran a València para organizarles actos. Costa fue su enlace.

De los sobres a las facturas falsas

Juntos, él y Álvaro Pérez 'El Bigotes' conseguían todo lo que les pedía el presidente por estrambótico que fuera. Por eso, Costa nunca cumplió su sueño de ser nombrado consejero, porque Camps quería al joven y 'pijo' dandy diseñándole las barrocas campañas. Para pagar los excesos primero había dinero de empresarios en sobres y luego directamente hubo que girar facturas falsas a esas mismas compañías, según han confesado Costa y Pérez.

Pero antes de explotar esta semana, la relación entre Costa y Camps ya estaba rota. De la encendida defensa de Costa que del expresidente hizo ante Génova, se pasaron a las primeras dudas conforme se acercaban al banquillo. La confianza se resquebrajó en julio del 2011.

Confirmada la imputación de Camps, Costa y los exdirigentes Rafael Betoret y Víctor Campos, Federico Trillo convenció al expresidente para declararse todos culpables por el 'caso de los trajes'. Betoret y Campos firmaron en el TSJCV la conformidad pero Costa se olió la jugada y dijo que firmaría después de Camps, que en el último momento cambió de idea, presentó su dimisión y decidió defender su inocencia ante el tribunal. Ambos salieron absueltos juntos pero sus caminos ya se habían separado. Después de esta semana parece imposible que vuelvan a juntarse.