Cuando Pedro Sánchez convocó el adelanto de las elecciones generales para antes de las autonómicas y municipales, tenía claro que el Gobierno central no se negociaría hasta que se despejasen los pactos autonómicos. Mismo tablero, dos jugadas. Esa tesis se ha impuesto y los acuerdos territoriales empiezan a prefigurar el mapa de apoyos de la investidura. A tenor de las últimas alianzas, el candidato no podrá contar con la abstención de Coalición Canarias (CC) ni de Unión del Pueblo Navarro (UPN), lo que deja su reelección en manos de ERC y EH Bildu.

El PSOE acaricia con los dedos dos presidencias regionales que significarán, de facto, cuatro diputados menos en la votación de la investidura de Sánchez. Los socialistas canarios alcanzaron ayer un acuerdo programático con Nueva Canarias, Sí Podemos y Agrupación Socialista Gomera (ASG) que pone fin a 26 años de mandato de CC. El nuevo jefe del Ejecutivo Canario será Ángel Víctor Torres, que ganó las elecciones pero ha necesitado conquistar un apoyo heterogéneo para poder imponerse a la suma de CC, PP y Cs. Finalmente, el diputado Casimiro Curbelo (ASG) inclinó la balanza hacia un gobierno progresista con el que Sánchez gana poder territorial, pero pierde definitivamente la ya estrecha esperanza de contar con el respaldo de los regionalistas para la investidura.

gobierno navarro / El pacto alcanzado el miércoles en Navarra, que otorga la presidencia del Parlamento a Geroa Bai y abre las puertas del Ejecutivo a la socialista María Chivite, cierra otros dos apoyos claves para Sánchez, los de UPN.

Con PP y Cs enrocados en el rechazo al candidato socialista, el futuro de la investidura quedaría en manos de ERC (15 diputados) y EH Bildu (4). Con una de ambas abstenciones sería suficiente. Sánchez no se plantea negociar con los independentistas vascos y ni siquiera los ha llamado a la ronda de conversaciones junto al resto de partidos. El diputado de Bildu Oskar Matute ya ha advertido de que quien quiera contar con los votos de Bildu «tendrá que hablar» con ellos y ha planteado la derogación de la reforma laboral y la ley mordaza como claves.

CONTACTOS FRUCTÍFEROS / Las negociaciones sí parecen evolucionar entre el PSOE y ERC. El portavoz, Gabriel Rufián, y la socialista Adriana Lastra han mantenido una nueva reunión y los republicanos se muestran dispuestos a no bloquear la investidura, aunque subrayan que no darán ningún cheque en blanco. Los independentistas catalanes se plantean coordinar su voto con el de EH Bildu en virtud del acuerdo de colaboración que mantienen ambas formaciones.

Con estos mimbres, Sánchez avanza hacia una investidura prevista para julio pero aún sin fecha y sin acuerdo con Podemos. La reunión entre el candidato y Pablo Iglesias, el pasado lunes en la Moncloa, no fue bien.

El presidente del Gobierno le trasladó al líder de Podemos que solo contemplaba la incorporación de miembros del partido morado en puestos intermedios, en ningún caso en el Consejo de Ministros. Para Iglesias, que mira más alto y quiere hacer valer sus 42 diputados, no es suficiente. Sus posiciones están ahora mismo muy lejos de encontrarse, pero Sánchez es optimista: cree que, al final, Podemos asumirá que no puede ir más allá y pactará con el PSOE.

SOCIO PREFERENTE / «Podemos es nuestro socio prioritario. Les hemos trasladado cómo definimos nosotros el Gobierno de cooperación y esperamos contar con su apoyo», dijo ayer el jefe del Ejecutivo en Bruselas, justo antes de empezar el Consejo Europeo, justo antes de empezar el Consejo Europeo para el reparto de las instituciones comunitarias.

A la derecha del PSOE, no hay ningún pacto de investidura posible con el PP y Cs. Aun así, el presidente no abandona su apelación a ambos para que se abstengan, un paso que, de producirse, haría innecesario el apoyo de los morados. En el PSOE dan por hecho que Pablo Casado y Albert Rivera votarán en contra, pero continúan reclamando «responsabilidad» a ambos dirigentes para, entre otras cosas, hurgar en sus contradicciones y construir un relato en el que Sánchez no ha tenido más remedio que acudir a los grupos minoritarios para que «España tenga un Gobierno cuanto antes» y evitar convocar elecciones otra vez..