"¿La Audiencia Provincial?", pregunta uno cuando llega a Pontevedra. "Es allí, donde está esa nube de periodistas". Efectivamente. La sede en la que se acometió el recuento de los votos de los emigrantes, de los que dependía el signo del Gobierno gallego, estaba tomada por los informadores desde primeras horas de la mañana.

Decenas de televisiones, radios y periódicos se apelotonaban en las estancias de un organismo que nunca había vivido tal revuelo. Los funcionarios se esforzaban por acomodar tanto a la tropa de juristas e interventores como a los periodistas, en unas estancias insuficientes.

Un apagón

La sala del recuento se convirtió en todo un gallinero durante la mañana. Y, para colmo, la cosa no comenzó nada bien. Mientras todo el mundo pedía luz y taquígrafos para el recuento de los votos de los residentes ausentes, alguien pisó un cable y se produjo un apagón. Ocurrió hacia las diez de la mañana, cuando los funcionarios llevaban una hora y media de trabajo, aproximadamente. Hubo un momento de tensión pero, por suerte, los equipos informáticos no sufrieron daño y en menos de un cuarto de hora todo estaba resuelto.

Y menos mal, porque la exhaustiva vigilancia del proceso hacía ya las cosas bastante lentas. Por la mañana, la sala de recuento carecía prácticamente de control, y la gente entraba y salía a sus anchas. La tensión crecía y se avanzaba muy lentamente en la validación de papeletas. Antes de la comida, tan sólo había 17.000 votos introducidos en las urnas. La guerra de los matasellos, las disputas de socialistas y populares sobre qué votos debían anularse en función de la fecha del sello de correos, tuvo buena parte de la culpa del retraso.

Desembarco de Trillo

Un destacado protagonista fue el exministro de Defensa Federico Trillo, que comandaba el equipo jurídico del PP en Pontevedra. Su presencia no intimidó a los otros partidos y suscitó en la ciudad más recelos que aplausos. De hecho, el exalcalde y exmilitante del PP José Rivas Fontán dijo poco después de conocer el desembarco de Trillo en Galicia que "no es una persona fiable para muchos españoles y muchos gallegos", y calificó de "absolutamente inoportuna" su presencia. En su opinión, "no conviene a la democracia de Galicia que vengan más árbitros de fuera cuando son personas muy cuestionadas políticamente".

Trillo, por su parte, aseguró que sólo reforzaba "la excelente organización del PP en Galicia", y alabó el "auténtico despliegue de personal y medios" de la Junta Electoral, lo que vio como una garantía de "plena transparencia".

Por la tarde, los ánimos estuvieron más calmados. El control del personal con acceso a la sala de recuento se hizo más estricto y el trabajo se volvió más eficaz. Introducían ya una media superior a las 5.000 papeletas por hora, por lo que estimaron que sería posible terminar el recuento esa misma noche.

En un bar cercano a la Audiencia pontevedresa, mientras periodistas y políticos esperaban el resultado del recuento, un camarero espetó: "¡Qué! Hoy somos la capital de Galicia, ¿eh?". Sin duda.