Al FBI se le amontona la faena: al reto de encontrar a Bin Laden, estos días ha añadido la misión de explicar por qué vías llegó una foto de Gaspar Llamazares hasta el ordenador del "artista forense" (así ha identificado la embajada norteamericana al culpable del desaguisado) que trabajaba en el retrato-robot actual del líder de Al Qaeda y, al ver la cara del político español, pensó: "Ya no busco más, éste es clavadito al terrorista".

Llamazares pide explicaciones detalladas, pero el asunto tiene difícil solución. Pisamos terrenos movedizos. Si turbias son las connotaciones políticas del caso (el diputado de IU, que tiene tanta fe en el americanismo como en Dios o en el azar, ha llegado a preguntarse si el FBI tiene fichados a todos los izquierdistas del planeta), menos convincentes resultan las justificaciones que vienen del campo de la fisonomía. El de los parecidos razonables es un debate donde la subjetividad impide alcanzar acuerdos. ¿Quién no ha encontrado similitudes entre rostros que, al ser comentadas en público, han causado la risa o el espanto?

Llamazares se mira al espejo y, por más vueltas que da, no se encuentra el parentesco con Bin Laden ni cubriéndose con turbante. No es eso lo que debió de ver el artista del FBI. Si para gustos hay colores, para encontrar parecidos está la Humanidad entera. Hay donde elegir, aunque ante la duda siempre está internet para facilitar la selección.

La red rebosa de webs que parten de una mirada desenfadada para darse sin freno al juego de los gemelos. Algunas de las simetrías más populares del ciberespacio ilustran esta página, pero la fantasía de los fisonomistas de la red no parece tener límite: Johan Cruyff y Mark Knopfler; Kofi Annan y Morgan Freeman; Bonnie Tyler y la novia de Chucky; Pedro Piqueras y el propio Chucky...

Hasta hay páginas que proponen la democratización del juego de los parecidos: si les mandas una foto, te dicen de qué famoso eres hermano.

No sabemos si el forense del FBI se inspiró en alguno de esos programas de internet para alumbrar su ocurrencia, o si dio con la foto del político en el blog de Daniel Saavedra, un diseñador gráfico mexicano que utilizó el rostro del excoordinador de IU en un vídeo de YouTube para explicar los secretos del programa Photoshop, donde acaba afeitándole la cabeza. A estas alturas del culebrón, lo único cierto es que los servicios de inteligencia norteamericanos han trabajado con una seriedad propia de Mortadelo y Filemón.

"Para envejecer una cara, lo último que haríamos sería recortar y pegarle partes de otra. El rostro original tiene elementos de sobra para hacer ese cálculo", explica Juan Bastos, inspector del Grupo de Estudios Fisonómicos de la Policía.

Este equipo, formado por cinco agentes especializados en biología, derecho y artes plásticas, es el encargado de realizar los retratos-robot que se usan en las investigaciones. En los últimos 15 años han trazado 270 dibujos imaginarios de otros tantos delincuentes, normalmente homicidas y agresores sexuales.

La mecánica fue siempre la misma: partiendo de la descripción dada por la víctima, un programa informático propone posibles variables para todos los elementos del rostro del delincuente, hasta que el resultado se aproxima al recuerdo del testigo.

Suena sofisticado, pero el programa, de origen austriaco y de nombre Facette, puede descargarse en internet. Su mecanismo viene a sustituir el viejo carboncillo por el puntero del ordenador, aunque la experiencia de la mano que lo usa también cuenta, sobre todo para tareas como envejecer un rostro.

Pregunta-experimento: ¿qué haría la policía española para trazar el retrato-robot actual de Antonio Anglés, el asesino de las niñas de Alcàsser?

"Usaríamos como base la foto más reciente que tuviéramos de él y le añadiríamos arrugas y sombras apoyándonos en retratos de familiares suyos, como sus padres. Lo normal es que su envejecimiento haya seguido patrones similares", explican en la policía. Llamazares ya ha empezado a buscar la rama árabe en su árbol genealógico.