Ninguna puerta está cerrada. Los dirigentes de Esquerra Republicana se esforzaron ayer en desmentir que el pacto de su partido con CiU sea inevitable. Un acuerdo entre las tres fuerzas progresistas (PSC, ERC e ICV-EUiA) sigue siendo posible. Josep Lluís Carod-Rovira advirtió ayer a Artur Mas (CiU) y Pasqual Maragall (PSC) de que no den "nada por hecho", porque los resultados "ofrecen múltiples posibilidades y todo está abierto".

En privado, Esquerra lanzó un mensaje al PSC: que Maragall no tire la toalla, porque aún hay mucho por hablar. Y otro a CiU: que no les presionen con que los nacionalistas están condenados a entenderse. Los socialistas captaron el mensaje, y por la tarde nombraron una comisión negociadora para hablar, "de inmediato", con ERC e ICV.

Durante la noche electoral se produjo una llamada significativa: Maragall adelantó a ERC el contenido de su alocución, minutos antes de comparecer en público. El candidato socialista resaltó en esa intervención que las fuerzas partidarias del cambio serán mayoría en el Parlamento catalán y afirmó que él estaba dispuesto a asumir su responsabilidad (para gobernar).

LOS COMPROMISOS DE ERC Joan Ridao, portavoz del partido republicano, reclamó ayer "tranquilidad" y tiempo. Admitió que que el resultado había supuesto una sorpresa, pero ratificó la postura de ERC de negociar tanto con Mas como con Maragall. La iniciativa, añadió, debe de partir de éstos.

ERC pondrá sobre la mesa sus "compromisos básicos para la gobernabilidad de Cataluña". Un dirigente recomendó a periodistas y políticos que lo lean con detenimiento, en particular el apartado titulado "acciones prioritarias de gobierno", donde se recogen medidas que podría tomar la Generalitat sin necesidad de esperar a un nuevo Estatuto y a una mejor financiación.

Ahí figuran desde una nueva ley de cajas, hasta la creación de una oficina anticorrupción, pasando por medidas para reducir la precariedad en el empleo, la constitución de operadores catalanes de energía y comunicaciones, el rescate de las autopistas de peaje, el establecimiento de una única red ferroviaria catalana y un incremento de las partidas para enseñanza y sanidad.

CiU no cree que ERC vaya en serio. Piensa que coquetea con unos y otros para mejorar su dote cuando le dé el sí. La federación nacionalista ha dejado en manos de Mas y Josep Antoni Duran Lleida la negociación, que prevé "larga y compleja". En ningún caso cederá a Carod la presidencia de la Generalitat si esta fuera condición para pactar.

PRESIDENCIA CLARA Recuperada de la emoción por la victoria, CiU reunió ayer a su ejecutiva para analizar los resultados y empezar a diseñar la negociación para formar Gobierno. Josep Antoni Duran Lleida informó de que la federación hablará con "todo el mundo", pero una cosa sí dejó ya clara: "La presidencia de la Generalitat tiene que ser para Artur Mas".

La ejecutiva de CiU destacó que el "hecho político más importante" de las elecciones "es el fracaso sin atenuantes" de Maragall, que "no ha sido capaz de aprovechar" que tenía "el viento a favor" después de 23 años de Gobierno de la federación.

Los dirigentes de CiU saludaron que los resultados del 16-N configuren "una mayoría nacionalista", por cuanto permite plantear "con más fuerza" un nuevo Estatuto catalán y que éste "no sea de mínimos". Sin embargo, Duran Lleida avanzó que la pelota para que esta mayoría sea posible está en el tejado de ERC. En este sentido, recordó que fueron los republicanos los que no quisieron formar mayorías nacionalistas en los ayuntamientos tras las municipales.

Por otra parte, los resultados electorales --en los que el PPC ha ganado tres escaños, pero se queda apenas sin margen de maniobra en Cataluña-- está llevando a Josep Piqué a plantearse volver a encabezar la candidatura de Barcelona en las legislativas.