Una de la mañana. Las calles vacías y un sol de justicia golpeando a medio centenar de casas coronadas por una iglesia cerrada. Es la estampa de Carrascalejo, el pueblo más pequeño de Extremadura, con apenas 93 habitantes censados aunque solo una veintena residen en el pueblo. Sus vecinos saben que pronto son las elecciones que, en su caso, tienen una particularidad especial. Este año no elegirán a su gobernante, como manda la ley electoral en los municipios de menos de 100 habitantes, sino que votarán a sus concejales, quienes serán los encargados de designar al alcalde. Toda una novedad para un pequeño pueblo que hasta ahora venía funcionando con la figura de Concejo Abierto, esto es, un primer edil y asamblea vecinal.

En virtud de este sistema, considerado por muchos como democracia en estado puro, los vecinos deben asistir al pleno y votar de forma directa y personal. "Es lo más acertado porque resulta muy difícil reunir a todos los habitantes y obtener la mayoría para sacar las cosas adelante", indica el primer edil y candidato independiente a la alcaldía, José Antillano. Con la reforma de la ley electoral, la puerta queda abierta a ambas opciones, aunque acabarán optando por la gobernanza con concejales que "resulta más eficaz en la práctica", apostilla Rosa Luz, candidata del PSOE a la alcaldía.

Ambos se verán las caras en los próximos comicios municipales a los que se presentan con el reto de fijar la población para evitar que acabe convirtiéndose en un pueblo fantasma. Luz lo tiene difícil porque Antillano es toda una eminencia en el pueblo pero aún así no pierde la esperanza. "Me lo tomo como un reto, no peleas igual las cosas si lo das todo por perdido desde el principio", explica. Por su parte, Antillano se muestra reacio a "prometer cosas que no pueda cumplir" pero cree que "los hechos hablan por sí solos", dice en referencia al incremento de la población que pasó de tener 30 habitantes en los años 90 a los casi 100 actuales.

Además, Carrascalejo ocupará un lugar destacado en los anales de las elecciones del 2011 al convertirse en el único municipio, de los 385 extremeños, donde el PP no presenta candidatura. El próximo 22 de mayo los habitantes del pueblo tienen una cita en las urnas aunque parece que la suerte está echada. La sombra de José Antillano es alargada, que para algo es alcalde desde 1991. Ana Pérez lo tiene claro: "Yo soy del PSOE pero voto a Antillano porque me fijo en la persona y lo está haciendo bien".

Ana es la madre del propietario de la extinta fábrica de carpetas, en la que trabajaban 16 personas, pero que no produce desde principios de año porque no hay demanda. Su hijo, como muchos otros, ha decidido ganarse la vida en Mérida, a diez minutos, donde ha montado una tienda. El es el padre de dos de las cuatro niñas que viven actualmente en el pueblo, las otras dos son las nietas del alcalde, aunque todas ellas están escolarizadas fuera. Los albañiles están realizando obras en la escuela local aunque pocos confían en que vaya a abrir sus puertas. Por las solitarias calles, aparece la figura de Manuel Prieto, vecino de Mirandilla, es el operario encargado de la limpieza viaria y de jardines. "Aquí no hay jóvenes, todos son mayores y jubilados", señala, al tiempo que suena la bocina del camión del butanero que hace su reparto habitual de los jueves. Otros servicios de distribución: los congelados los martes, las frutas los martes y sábados y el pan diariamente; hacen la vida más fácil a los vecinos de un municipio que no tiene ni siquiera una pequeña tienda de alimentación.

Acostumbrados a desplazarse a Mérida, aseguran que se vive muy a gusto y muy tranquilo en una rutina diaria amenizada por caminatas a Aljucén y, los fines de semana, chatos y tapas en el teleclub, el bar del pueblo. En la plaza, al lado del consultorio médico, el cartel de una modesta casa reza: ´Entra y Navega´. Un ciber, del programa Internet Rural, del que no hacen mucho uso los mayores pero sí los pequeños que llegan al pueblo los fines de semana. "Cuando llegan los fines de semana o festivo, las calles se llenan de niños", afirman Marta y Carmen Antillano, hermanas del alcalde, que vienen de dar un paseo portando un ramo de flores silvestres.