A Joan Baldoví le cortaba el pelo el barbero de su pueblo, Sueca, cuando en el televisor apareció Pablo Iglesias. Era el 22 de enero. El líder de Podemos venía de verse con el Rey y el portavoz de Compromís esperaba un mensaje protocolario. Cuando escuchó lapropuesta de un gobierno de coalición entre el PSOE, Podemos e IU, se quedó de piedra. Nadie le había avisado. La puesta en escena y el reparto de carteras que exigía, con una vicepresidencia incluída para sí mismo, sentaron mal en el PSOE, enturbiando una negociación que no había comenzado. Pedro Sánchez entró después de Iglesias en la audiencia con el monarca. Cuando salió de la Zarzuela, un miembro de su equipo le explicó el alcance de la iniciativa de Iglesias. Sánchez, perplejo, se rió.

LA SINTONÍA CON RIVERA

La idea original de los socialistas pasaba por buscar el apoyo de Iglesias y la abstención de Albert Rivera. Ante la actitud de Podemos iniciaron un ‘plan B’: voto a favor de Ciudadanos y abstención de Podemos. Dos semanas después de que Iglesias hiciese su propuesta, Sánchez se reunió con Rivera. Ambos mostraron unaenorme sintonía, algo que se reafirmó un día más tarde, en la cita de Sánchez e Iglesias.

Iglesias anticipó que Sánchez le elegiría como aliado y redobló su veto: hasta que el PSOE no renunciase a Rivera, él no negociaría. Sánchez compareció después con un discurso duro, acusando a Iglesias de ir de la mano del PP, que sorprendió a Podemos. El partido morado afirma que Sánchez “traicionó” a Iglesias porque no le advirtió de su contundencia. Los colaboradores del líder socialista señalan que Sánchez dejó claro que consideraba “excluyente” la propuesta de Podemos. Un nuevo desencuentrode los muchos que ha habido desde las generales.

EL DOCUMENTO

Tres días más tarde, los socialistas presentaron su documento negociador. Los morados se pusieron a trabajar en uno alternativo. Mientras tanto, el PSOE comenzó a sentarse con los otros grupos para negociar o para decirles que no contaba con ellos, como en el caso deERC y Democràcia i Llibertat. Un diputado catalán se sorprendió al comprobar que la famosa escalera de caracol del despacho de Sánchez no conduce, en verdad, a ninguna parte. “Toda unametáfora del federalismo”, comentó a la salida. El PSOE avanzó con C’s, IU y Compromís, mientras Podemos quedaba en el banquillo.

RAJOY BAJA AL CONGRESO

En ese contexto, Mariano Rajoy acudió al Congreso para mantener dos reuniones. El 11 de febrero, con Rivera; un día después, con Sánchez. Fue una conversación breve. Apenas 35 minutos que proporcionaron la imagen del líder del PP negándole el saludo a Sánchez. Todo un símbolo de su distancia.

Tres jornadas más tarde, Iglesias planteó su contraoferta y exigió una reunión bilateral con Sánchez para exponérsela. “Pablo, no sabes dónde estás”, contestó el PSOE.

MESA DE IZQUIERDAS

Llegó el bloqueo, mientras el diálogo con C’s progresaba. Fue entonces cuando Alberto Garzón, de IU, propuso una fórmula para reenganchar a Podemos. Pidió una mesa de las izquierdas y todos aceptaron. Por poco tiempo.

SINCERIDAD O GRUESAS PALABRAS

El desengaño, dicen en Podemos, llegó al día siguiente. Los socialistas, continúan, no hicieron referencia al acuerdo que estaban cerrando con C’s. Podemos se quejó de que el PSOE usara palabras gruesas para definir sus propuestas, que acogieron con presunto desinterés. En el equipo de negociadores de Sánchez se replica que su acercamiento a Podemos fue “sincero”, pero que el partido morado, que tardó dos semanas en sentarse a negociar, padece de“inexperiencia” y “prepotencia”.

LLEGA EL PACTO

Mientras tanto, en una reunión paralela, Sánchez y Rivera sellaban su pacto e Iglesias se veía con Democràcia i Llibertat y ERC. El líder de Podemos trasladó allí su escasa fe en un acuerdo entre el PSOE y C’s. Pero el pacto se cerró, y al día siguiente Sánchez y Rivera firmaron con solemnidad un documento con 200 medidas.Podemos se levantó de la mesa. Iglesias aguarda un segundo tiempo tras el previsible fracaso de Sánchez.

El último capítulo lo ha escrito Rivera. El líder de C’s remitió unacarta a Rajoy en la que le pedía su abstención para Sánchez. “No”, respondió el presidente en funciones.