En cuanto Pablo Casado conoció el jueves los resultados de las primarias telefoneó a María Dolores de Cospedal. A las 23.10 horas, antes de que ambos salieran ante la prensa, el diputado ya habló con la secretaria general y le pidió su respaldo para ganar el congreso extraordinario del PP. El parlamentario quiere que la secretaria general ponga a su disposición los apoyos que ha logrado en la primera vuelta y juntos vencer a Soraya Sáenz de Santamaría. Casado cree que la ajustada victoria de la exvicepresidenta del Gobierno (solo 1.500 votos más que él) le legitima para seguir «hasta el final» y olvidar la lista única que algunos barones piden para evitar el enfrentamiento.

Varios dirigentes del PP consultados por este diario admiten en privado que la candidatura unitaria es una utopía ante lo que ven como un choque en toda regla entre el aznarismo que representa Casado, que ha recuperado el ideario más conservador del partido y está siendo ayudado por colaboradores del expresidente del Gobierno, y los que defienden la senda marcada por Mariano Rajoy, representados por Santamaría, su mano derecha en el Gobierno.

Esas mismas fuentes dan por hecho que Cospedal, que mantiene una pésima relación personal con la exvicepresidenta, ayudará a Casado aunque no lo anuncie públicamente. La secretaria general no quiso darle ese apoyo la noche electoral, algo que sí pensaba hacer de forma inmediata si el diputado quedaba en primera posición. Cospedal pidió un tiempo de «reflexión», aunque dejó caer que ella ha recibido 15.090 votos y que ese 26% de militantes no se pueden «quedar fuera» y «tienen que estar presentes» en el futuro del PP.

A CABALLO GANADOR / Esa pinza buscada por el vicesecretario de Comunicación pondría a prueba, de nuevo, la capacidad de control del aparato que tiene la secretaria general, ahora ya de salida. En política pesa mucho la imagen del caballo ganador y Cospedal ha dejado de serlo. Además, en la votación de las bases se llevó más de un chasco. En Castilla-La Mancha, el que se supone que era su principal caladero, logró el 65,5% de las papeletas; Casado, el 30% y Santamaría, el 9%.

En Murcia, que era otra comunidad cuyo control se le suponía, ganó el diputado con el 56% de los apoyos y Cospedal se quedó con el 7%. Para subrayar el riesgo de esa pinza, fuentes del equipo de Santamaría recuerdan que la exvicepresidenta ganó en más de la mitad de las circunscripciones y ha demostrado que ha conquistado algunos territorios.

La lista de los compromisarios (elegidos por los afiliados también el pasado jueves en urna) estará preparada el próximo lunes. Los delegados, 3.184 en total en toda España, representan a la militancia y tendrán en su mano elegir al sucesor de Rajoy. Su voto es secreto y en urna, por lo que tienen margen para resistir las posibles presiones por parte de sus dirigentes territoriales.

Los contactos de Casado con sus contrincantes empezaron la misma noche del jueves y continuaron ayer. En su opinión, él es el único que puede sumar e integrar «a todas las candidaturas», a ese 63% de los militantes que no apostaron por la ganadora. Y a los que le acusan de pergeñar una «alianza de perdedores», un mensaje: las normas de los nuevos estatutos del PP incluyen la segunda vuelta y él quiere disputar esa segunda vuelta. «Reintegrar a todo el mundo, pero eso sí, pasado el congreso», insistió.

Según fuentes de la candidatura de Santamaría, la exvicepresidenta contactó con «casi todos los aspirantes». Esas fuentes descartan hacer una oferta en firme por ahora a Casado para intentar atraerle. «Falta mucho para el congreso y lo que estamos hablando con todos los aspirantes y también con la gente de sus equipos es que necesitamos unidad», explicó un portavoz.