Francisco Alvarez-Cascos mantiene desde hace semanas un pulso con Mariano Rajoy. Afirma que una "marea creciente" de personas le pide que vuelva a la primera línea de la política con un primer paso: presidir el PP de Asturias. Ayer, Alvarez-Cascos trató de demostrar que no está oxidado, que conserva intactas las cualidades por las que fue considerado en su día el dóberman de José María Aznar en la Moncloa. Lo hizo a cuenta del caso Gürtel . "Algunos policías que investigan al PP se hicieron famosos falsificando los papeles de Laos".

PIEDRA ROSETTA El sumario de la trama Gürtel es, a primer vista un enorme jeroglífico de 50.000 páginas. La inmersión no es fácil. Por eso, los informes policiales repartidos a lo largo del sumario han terminado por ser una suerte de piedra rosetta para comprender mejor la supuesta red corrupta que dirigía Francisco Correa. Desde la perspectiva del PP, esos informes, pues, son el eslabón sobre el que hay que golpear.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, fue la primera que desacreditó el sumario precisamente con ese argumento, que los informes policiales no son sentencias judiciales. Alvarez-Cascos demostró ayer que, si se trata de subrayar ese mensaje, él lo hace mejor. Consigue que no pase desapercibido. "Hay una camarilla de la policía judicial dedicada a preconstituir pruebas. En mi caso, dedicada a preconstituir una prueba falsa. De eso doy testimonio en primera persona. Y como eso, puede haber mucho más", aseguró. No obstante, alcanzó el cénit de su acusación cuando repescó el caso de los papeles de Laos (el engaño que se urdió para detener a Luis Roldán en 1995) y, sobre todo, cuando disparó contra el primer juez instructor del caso, Baltasar Gar- zón, al que tachó de "anormalidad democrática de las que debería tomar nota el Consejo General del Poder Judicial". Es más, consideró "viciado" todo el sumario desde su origen "por la manifiesta animadversión" de Garzón contra el PP, dijo el exvicepresidente a Onda Cero.

Tanto ruido hizo Alvarez-Cascos que mereció un toque de atención por parte de la vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega. "Espero que el señor Alvarez-Cascos rectifique, porque no se puede admitir en democracia una acusación tan gravísima sin pruebas contra la policía", exigió.

NI PIDE, NI RUEGA VOLVER Alvarez-Cascos, en definitiva, plantó cara al sumario del juez Antonio Pedreira, pero no desaprovechó la ocasión para recordar que "muchos amigos" le piden que vuelva a la política y que, si así tiene que ser, el primer paso --pedírselo-- lo tiene que dar Rajoy. Sabe perfectamente que el actual líder del PP rechaza de plano esa posibilidad. Pese a ello, insistió: "Si alguien espera que yo lo pida, ruegue o plantee, que sepa que eso no forma parte del manual de estilo del PP, tal y como yo lo entiendo".