Mientras la inmensa mayoría de los políticos y los medios de comunicación catalanes elogiaban la "valentía" demostrada por José Luis Rodríguez Zapatero el miércoles en el debate sobre el Estatuto catalán, las filas de su partido se removían inquietas ante la "catalanización" de su líder. El socialismo español no vio al jefe del Ejecutivo con los mismos ojos que sus primos del PSC. Donde éstos advirtieron "avances" esperanzadores, los primeros atisbaron, en cambio, inquietantes "peligros".

Aunque son pocos los que declaran que el debate lo "ganó" el líder del PP, un buen puñado de socialistas resumía su malestar lamentando que Zapatero "no tuviera su mejor día". Y añadían que Rajoy hizo un discurso "más efectivo para los suyos" de lo que lo fue, para "tranquilizar a los españoles", el de Zapatero.

Los socialistas esperaban que su dirigente aprovechara el debate del miércoles para parar los pies al PP y frenar al nacionalismo. Confiaban en que marcara las líneas rojas del texto catalán con tal nitidez que dejara patente que saldría del Congreso "limpio como la patena", como él mismo había predicho. Pero no fue así, al menos a juicio del sector más crítico con el Estatut, encabezado por los guerristas, pero que gana adeptos en el PSOE a medida que las encuestas revelan desgaste electoral. Estos socialistas denuncian "condescendencia" de Zapatero hacia los miembros del cuatripartito, una actitud que convirtió la sesión del 2 de noviembre en un "festival nacionalista", critican. Sus miedos se centran en que el PP consiga no sólo erigirse en el garante de la unidad de España y de la Constitución, sino de principios tan socialistas como la solidaridad y la igualdad.

CINISMO Por su parte, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, aseguró ayer que el Estatut será "reformado y plenamente constitucional". En su discurso de apertura de unas jornadas del PSOE en Sevilla, el número dos socialista vaticinó que, cuando vuelva al poder, "el PP no se atreverá a derogarlo". Blanco acusó a los conservadores de "cínicos", por "rechazar propuestas de las que luego se apropian".

Se refería a la defensa a ultranza que el PP realiza de la Constitución, a pesar de que "una inmensa mayoría de ellos no la votaron", recordó el dirigente socialista.