El segundo intento de celebrar un acto conmemorativo de la Diada a la manera de un ceremonial centenario no logra escapar, como en el 2004, de un clima de tensión impensable en otros referentes internacionales como el 14 de julio francés o el 4 del mismo mes estadounidense. La presencia a regañadientes de CiU en la celebración prevista para hoy en Barcelona ha logrado dejar en un relativo segundo plano buena parte del simbolismo más reivindicativo del acto.

Ese combinado, disputas entre partidos y simbolismos reivindicativos, está abierto al público. En el parque de la Ciudadela habrá pantallas gigantes para seguir los detalles. Será un espectáculo de apenas 40 minutos que dará comienzo a mediodía. Mossos de uniforme, desfiles, música, canciones, poemas e izado ceremonioso de la bandera catalana serán el preludio de una recepción a la que los presidentes de la Generalitat, Pasqual Maragall, y del Parlamento catalán, Ernest Benach, han invitado a 1.500 personas.

La incomodidad de CiU con el acto es una reedición de la que ya mostró el año pasado la federación nacionalista. Sus dirigentes, con Jordi Pujol ausente para escenificar mejor el enfado, serán sin duda uno de los polos de interés de la jornada festiva catalana. Para la Generalitat y el Parlamento, el acto en la Ciudadela será el clímax de la Diada. Para CiU, la cita subrayada en la agenda es la ofrenda floral en el monumento de Rafael Casanova.

CON LA LEGALIDAD Por otra parte, una encuesta realizada para El Periódico de Catalunya por la empresa GESOP concluye que para una amplia mayoría de catalanes (el 63,7%), la propuesta de nuevo Estatuto que se envíe al Congreso debe seguir las recomendaciones del Consejo Consultivo para no incurrir en inconstitucionalidad. Y una mayoría más alta (el 77%) es favorable a que el texto sea el más ambicioso posible siempre que pueda ser aceptado por las Cortes.