Querían dar el golpe más duro de su historia a España. Ese era el objetivo de la célula islamista detenida en las últimas horas por orden del juez Baltasar Garzón. Para ello, necesitaban 1.000 kilos de goma-2. Un joven mauritano iba a comprar el explosivo a "un gitano" de El Ejido (Almería) o a otras personas del norte de España. Pensaba financiar la operación con robos si el responsable del grupo no le enviaba el dinero, según consta en la declaración policial de un testigo protegido.

El colaborador policial, cuya identidad permanece secreta por motivos de seguridad, facilitó a la policía los datos suficientes para abortar un nuevo atentado.

Este colaborador explicó que conoció esa operación de primera mano, ya que el responsable de este grupo, Med Achraf --emir (jefe) de muyahidines en Europa--, le contó sus planes antes de ser detenido en Suiza por delitos comunes hace unos días.

En esas conversaciones, que se iniciaron por los contactos que ambos mantenían con presos islamistas internados en las cárceles de Topas (Salamanca), Zaragoza y Pontevedra, Achraf le comentó que quería atentar contra la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo "o por allí cerca". También le explicó que él mismo se había encargado de vigilar los dos edificios, lo que le permitió comprobar que no están "en una zona prohibida, sino que todo el mundo pasa por allí".

MAGISTRADOS El emir explicó al colaborador policial que había elegido esos objetivos porque si "España pierde tres o cuatro jueces de los más importantes, eso es peor que perder a su presidente del Gobierno". Además, según Achraf, con ese atentado "se destruirían muchos archivos sobre los muyahidines ".

El responsable del grupo también explicó al testigo protegido que el 11-M se pudo perpetrar porque después de los atentados del 11-S "todos los ojos se pusieron en los cielos, controlando los vuelos, y eso sirvió para dar el golpe en los trenes".

El emir también desveló al colaborador que en este nuevo atentado iban a utilizar un camión con, "al menos", 500 kilos de explosivos. Y le explicó que no tendría problemas para comprar la goma-2 porque "había mucho" dinero, y que si no, se lo quitarían a los infieles. Según la declaración del testigo, Achraf "repetía que iban a ahorcar a los infieles con sus propias cuerdas, es decir, con su propio dinero".

COMPRADOR "NEGRO" El testigo protegido reveló, además, que el mauritano Kamara Birahima Diadie, que había coincidido en la cárcel con Achraf, le comentó que conocía a un gitano que vendía explosivos y granadas en El Ejido (Almería). El mauritano, que permanece huido, estaba pendiente de encontrarse con él, pero necesitaba el dinero que tenía que enviarle Achraf.

No obstante, esa gestión tuvo problemas, ya que el gitano se sorprendió y "asustó" porque el comprador fuera "un negro". "Lo normal"-- le comentó--"es que le preguntaran por explosivos los moros". Por ello, el mauritano pensaba que podía ir a "algún lugar" del norte de España para comprar la goma-2", ya que allí tenía conocidos y pagaría el explosivo cometiendo "delitos".

MEDIDAS DE SEGURIDAD Birahima es un muyahidín muy extremista, especializado en "robar y matar". Por ello, había conseguido una terminal para falsificar tarjetas de crédito y como medidas de seguridad no utilizaba teléfonos móviles por lo que sólo llamaba desde cabinas telefónicas o locutorios.

También le habló de un tal Salim, un palestino especialista en electrónica y un "genio en la informática" con el que habló cuando Achraf le llamó en agosto desde Suiza. Salim, en esa conversación, le pidió que rezara "para que Dios le consiguiera ser mártir lo antes posible ".

Otra de las personas mencionadas en esas conversaciones es uno de los detenidos en esta operación que, de momento, se ha saldado con el arresto de 18 personas, ocho que estaban en libertad y 10 en la cárcel. Se trata de Abu Anas , cuyo nombre en realidad es Mourad Yala y que regentaba un locutorio en Vicar (Almería). Este detenido se trasladó a España tras cumplir una condena en Holanda después de que le explotaran los explosivos caseros que estaba fabricando en una casa que compartía con otros muyahidines.