El dictamen del Barómetro es rotundo. Primero, el PP debe moderar su discurso. Segundo, Mariano Rajoy tiene problemas de imagen pero, hoy por hoy, es el único líder posible. Tercero, si los populares quieren ganar las elecciones del 2012 no deben excluir que, en algún momento, Gallardón tome el relevo.

Los ciudadanos creen que el PP debe centrarse. En abril del 2004, tras el 14-M, el 31,1% de los españoles decía tener confianza en el PP. En noviembre pasado, dicho porcentaje había caído ocho puntos. La razón del desplome solo puede ser el recurso constante a la crispación con la excusa del "España se rompe". Ahora el 69% de los españoles cree que el PP debe moderarse contra solo un 18% que afirma lo contrario. En el electorado conservador también predominan los tranquilos (52% contra 37%). Y el PP solo sumará votos si seduce a quien no le vota.

Y si fuera por las encuestas, el candidato indiscutible es Ruiz-Gallardón, preferido tanto por el total de la muestra como por los votantes del PP (27% y 24%, respectivamente), por delante de Rajoy (15% y 22%) y a una distancia abismal de Esperanza Aguirre (4,9% y 9,5%) y de Juan Costa (0,4 y 1%). Así, solo Gallardón sería mejor que Rajoy. Cualquier otro candidato es una aventura.

Este dato es letal para Aguirre. Rajoy es el segundo preferido del PP, pero tiene dos ventajas sobre Gallardón. Primera, que es diputado y tiene mas oportunidades de definir el discurso. Segunda, que Gallardón (él lo sabe) no ganaría en Valencia. Si la derecha-derecha ya se alarma de las derivas de Rajoy, un conservador biológico pero que sabe leer lo del 96 y lo que pasa en Europa, ¿qué gritos se oirían si Gallardón levantara la cabeza? Pero Rajoy no es un valor seguro. Ha perdido dos veces y el 51% de los encuestados (el 47% de los que le votaron) creen que debería haber dimitido. Y su puntuación (4,8) es siempre inferior a la de Zapatero (al contrario que Gallardón). Además, en el campo conservador puntúa menos no solo que Gallardón, sino también que San Gil y Aznar. Rajoy paga no haber hecho su "propio equipo" en el 2004. Y le falta credibilidad y encanto para capitalizar la pérdida de confianza en el PSOE que la crisis económica puede acrecentar.

La prescripción para el PP no tiene duda: centrar el programa, consagrar a Rajoy y mimar a Gallardón por si las moscas.