Omid quiere ser de mayor intérprete de español. Desde hace un año acude cada sábado y domingo a las clases de castellano del teniente Luis de Sebastián en el colegio afgano de Hanzala, en Qala-i-Naw. Omid, de 15 años, y su amigo Bassin, los alumnos más espabilados, no quisieron perderse ayer la visita de la ministra de Defensa, Carme Chacón, a la nueva base militar, aún en obras, de Qala-i-Naw. Chacón viajó acompañada por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa, el general José Julio Rodríguez, el jefe de Estado Mayor del Ejército, el general Fulgencio Coll, y el jefe del Estado Mayor del Aire, el general José Jiménez. También formaba parte de la comitiva de altos mandos militares encabezada por la titular de Defensa, de modo muy inusual, la secretaria general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Elena Sánchez. Afganistán se ha convertido para los servicios secretos españoles en una de sus prioridades. Por esta razón, 18 miembros del Centro Nacional de Inteligencia trabajan sobre el terreno en el país asiático.

Desde el comedor improvisado del nuevo recinto, la ministra quiso responder a los que se preguntan "legítimamente" qué hacen los 1.068 militares españoles desplegados en Afganistán. Omid y Basid son una buena respuesta a esa pregunta. Otra respuesta es el propio presupuesto de la nueva base de Qala-i-Naw. Son 44 millones de euros que, desde que en mayo comenzaron las obras, han dado trabajo a buena parte de la población de la zona. Un peón de la base cobra entre cuatro y cinco dólares al día. Un técnico especializado puede llegar a ganar 900 dólares al mes, un sueldo elevado en un país en el que un policía no gana más de 20 dólares mensuales.

Chacón ha realizado diversas visitas a las tropas españolas destinadas en misiones internacionales desde que se hizo cargo del Ministerio de Defensa, pero los militares desplazados a Afganistán son objeto de una especial atención por ser la misión "más dura, arriesgada y compleja". En marzo se sumarán a esa operación en el centro de Asia otros 511 soldados, que entrenarán y formarán a los miembros del Ejército afgano.

CRECEN LOS ENFRENTAMIENTOS Los últimos días no han sido fáciles para los militares destinados en Qala-i-Naw. Cuatro enfrentamientos con los grupos insurgentes, todos ellos saldados sin daños en las filas españolas, han evidenciado la peligrosidad de una misión que ya se ha cobrado 88 víctimas mortales.

Antes de comprobar en primera persona el avance de las obras de la nueva base, Chacón brindó con zumo de naranja con los 66 militares y los cuatro guardias civiles que hasta el 31 de marzo se encargarán de la seguridad del aeropuerto de Kabul. Al grupo se unió una veintena de mandos destinados en el cuartel general de la ISAF (siglas en inglés de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad), entre ellos el comandante Moisés Izquierdo, responsable de la célula de análisis de los IED, el nombre con el que han sido bautizados en Afganistán los rudimentarios pero peligrosos explosivos que utilizan los insurgentes contra las tropas extranjeras.

VETO A LOS FERTILIZANTES "Cada día que pasa es un día menos que queda", explica Izquierdo tras dos meses de trabajo en Kabul. ¿Su última misión? Convencer al Gobierno afgano de la necesidad de prohibir la importación de nitrato amónico, un fertilizante con el que los insurgentes fabrican las nuevas minas.