El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, demostró ayer que no da por zanjada, ni mucho menos, la crisis provocada por su incidente con el rey Juan Carlos en la Cumbre Iberoamericana. Solo un día después de que afirmase que no tenía ningún interés en "afectar" las relaciones con España, ayer anunció que va a revisar estas relaciones y, por si alguien dudaba de la amenaza, avisó a las empresas españolas de que va a vigilarlas muy de cerca. "Voy a meterles el ojo a ver qué están haciendo aquí", anunció. De momento, el Gobierno opta por intentar quitar hierro a esta nueva andanada de Chávez. El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, preguntado por si estos avisos de su homólogo venezolano complicaban más las relaciones, se limitó a responder que "no".

Zapatero evitó polemizar con Chávez, a pesar de que el presidente venezolano, unas horas antes, le había convertido en nuevo blanco de sus críticas. "El habla de sensatez. Pero con un presidente de esa estirpe, de esa madera, un presidente que salga a defender a un fascista y a atropellar la verdad y un rey que atropelle o pretenda atropellar la dignidad de un pueblo, es difícil tener buenas relaciones", proclamó el mandatario venezolano, que añadió que "lo triste de esto es que Zapatero haya salido a defender al fascista de Aznar, dime con quién andas y te diré quién eres".

TRABAJO DE LA DIPLOMACIA El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, reconoció que "la persistencia de declaraciones" del mandatario venezolano no ayudan a recuperar la normalidad. Pero el Ejecutivo se mantiene firme en que hay que dejar trabajar a la diplomacia, más allá del tono que Chávez utilice en sus intervenciones.

En una entrevista a una televisión local, el presidente venezolano anunció que someterá a una "profunda revisión las relaciones políticas, diplomáticas y económicas" con España. El Gobierno intenta restar trascendencia a este aviso y considera que hay que leerlo en clave interna, en referencia a la campaña de Chávez para reformar la Constitución. Por eso Moratinos prefiere quedarse con el mensaje del embajador venezolano, Alfredo Toro, que, a diferencia de lo dicho por su presidente, le aseguró que Venezuela quiere mantener "el mejor nivel" de relaciones.

Sin embargo, Chávez busca problemas con los empresarios españoles y los tiene con los de su país, que se han mostrado contrarios a la reforma constitucional que propone el Gobierno. La prueba es que ayer el ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, acusó a una de las principales patronales del país de tener una actitud "subversiva".

AZNAR, "GENOCIDA" En esta escalada de declaraciones, Chávez no se olvidó del rey Juan Carlos. Si el día anterior aseguró que no quería ningún conflicto con el Monarca, ayer, volvió a atrincherarse en sus posiciones iniciales y exigió una disculpa a Juan Carlos por el incidente que ambos protagonizaron el pasado sábado. Volvió a especular con que el Rey estaba al corriente del apoyo que, según Chávez, el Gobierno del PP prestó al golpe de Estado que en el año 2002 lo apartó durante dos días del poder. "¿Pudo el embajador español ir a Miraflores a apoyar al gobierno de transición por cuenta propia? Imposible. Entonces, el Rey debió estar al tanto de eso y ahora sale a defender al cachorro del imperio, al fascista de Aznar".

Aunque cada día que pasa dice una cosa distinta, en lo que Chávez se mantiene firme es en sus acusaciones al expresidente José María Aznar. Y, ayer, no se contuvo: "Cuando señalo a Aznar como un fascista estoy diciendo una verdad del tamaño de la catedral de Barcelona. Fascista, un genocida junto con Bush. Ahí está Irak, ¿cuánta gente han matado en Irak?", se preguntó el líder venezolano.