Venezuela se ha comprometido con España a controlar de cerca al grupo de etarras que hace décadas que viven con toda tranquilidad en el país latinoamericano. A mediados de mayo, el director general de la Policía y de la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, viajó a Caracas acompañado del jefe de la comisaría general de información del Cuerpo Nacional de la Policía, Miguel Valverde, y arrancó la promesa de los servicios policiales venezolanos de vigilar los movimientos de los refugiados y comunicarlos a España. "Nos conformamos con que hagan lo mismo que los cubanos, que saben de los etarras hasta cuando tosen y no les permiten moverse de la isla", afirmó un responsable gubernamental. Velázquez viajó a Venezuela con una larga lista de desagravios.

El Gobierno español entiende que la colonia etarra estaba descontrolada y que los refugiados entraban y salían del país sin que las autoridades locales se percataran. "Se les ha pedido que nos informen de sus movimientos. Lo que no puede volver a pasar es que, a estas alturas, se detenga en Francia a etarras que debían estar en Venezuela", añadieron las mismas fuentes.

Los venezolanos aceptaron tanto el rapapolvo como las exigencias españolas, deseosos, insisten los mismos interlocutores, de no aparecer ante el mundo como un país que refugia a etarras. Algo que preocupa al régimen de Hugo Chávez.

Los servicios de información antiterroristas españoles calculan que la colonia etarra en Venezuela alcanza el medio centenar de personas. La gran mayoría trabaja, y solo un grupo reducido subsiste con las ayudas que les llegan de Euskadi. El grupo está poco vinculado entre sí. Más de la mitad apuesta por que ETA deje de forma contundente y definitiva las armas, el resto tiene vinculaciones con organizaciones izquierdistas radicales y anarquistas venezolanas, y participa de la actual línea dura que gobierna en la banda terrorista.

La mayoría de los refugiados llegaron procedentes de Argelia en 1989, tras fracasar las negociaciones que el Gobierno de Felipe González mantuvo con ETA, y otros arribaron de Francia y de Panamá. Para el Ministerio del Interior, y así lo trasladó Velázquez, el interés máximo de España es tener controlado al grupo de etarras. Y mucho más ahora, cuando la fragilidad de una ETA agonizante ya ha provocado que se recurra a las viejas glorias refugiadas en Latinoamérica.

No son pocos los mandos policiales que dicen que, tras el mando en funciones de Iratxe Sorzábal Díaz e Izaskun Lesaka Argüelles, tras la caída en Francia de Mikel Carrera Sarobe, alias Ata , ahora es un "viejo" el que dirige, junto a las dos mujeres, el destino de ETA.

El auto del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco que denunciaba, en marzo, la cooperación gubernamental del Gobierno de Venezuela en la colaboración entre ETA y las FARC, y procesaba a seis presuntos etarras, refugiados en Venezuela, estuvo presente en el viaje a Caracas de los dos responsables españoles. Pero el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es consciente de que la extradición de etarras, como Arturo Cubillas Fonsán, uno de los procesados por Velasco, es más que difícil. Y tampoco es una prioridad para el Gobierno, mucho más interesado en tener una buena cooperación policial con Venezuela que pase por estar informados al detalle.

Lo que verdaderamente preocupa a los responsables de la lucha antiterrorista española es la sensación de que el tránsito de etarras con Venezuela se mantiene y no está vigilado. Un ejemplo: Andoni Cengotitabengoa, detenido en marzo, compró un pasaporte falso de nacionalidad mexicana y un billete para huir a Venezuela. Los servicios antiterroristas acababan de abortar la posibilidad de montar una infraestructura etarra en Portugal y Cengotitabengoa, descolgado de la cúpula etarra en Francia, decidió huir a Venezuela.

FALSIFICACION MALA La mala calidad de la falsificación provocó su detención. Eso sí, la reacción de Caracas fue contundente. Ante la posibilidad de que un segundo etarra sí hubiera volado a Venezuela, la policía de Chávez cacheó e identificó uno a uno a todo el pasaje de los dos aviones que ese día volaron a Caracas procedentes de España. "Están por colaborar y, realmente, lo están haciendo", insistieron las mismas fuentes.

No es el único ejemplo que Velasco citó en sus conversaciones en Venezuela. En marzo, cayó en Francia parte de la cúpula de ETA y con ella José Lorenzo Ayestarán, Fanecas , que en 1984 fue deportado de Francia a Venezuela. En el 2006, Chávez le concedió la nacionalidad venezolana y con ella había podido salir del país para volver a ser repescado por los cachorros de ETA. Un último trabajo a la causa etarra que ha finalizado entre rejas.