La viuda de Jamal Ahmidam, el Chino , uno de los suicidas de Leganés tras los atentados del 11-M, contó ayer que comenzó a ver "algo rarito" a su marido desde octubre del 2003. "No me dejaba vestir igual, me decía que fuera a la mezquita y que sacáramos a nuestro hijo del colegio de monjas, dejamos de cogernos de la mano por la calle, de besarnos...", narró entre lloriqueos Rosa, de nacionalidad española, ante el tribunal.

En la comparecencia más esperada de la jornada, Rosa visionó el vídeo reivindicativo de la matanza y reconoció "sin ninguna duda" a su marido como el encapuchado que leyó el comunicado. "Lo reconocí por su voz y por sus manos. Tenía las manos finas, de no haber dado nunca un palo al agua", dijo.

VOZ ENTRECORTADA Con la voz casi siempre entrecortada por la emoción, relató la mujer que conoció a Ahmidam --considerado uno de los cabecillas del 11-M-- en 1992. Dijo que lo vio "muy poco" entre 1995 y el 2000, cuando lo apresaron en Marruecos por una negligencia que provocó la muerte de una persona. Otro testimonio estremecedor de ayer fue el del inspector de la policía científica que dirigió la inspección ocular del piso de Leganés donde se inmolaron el 3 de abril del 2004 siete de los presuntos autores del 11-M. El agente relató que entre los escombros del piso se hallaron "restos humanos en el jardín".