La tensión vuelve a presidir las relaciones bilaterales entre Madrid y Moscú, un año y medio después de que ambos gobiernos intercambiaran duros reproches debido a las acusaciones de injerencia rusa en la crisis catalana. El Ministerio de Exteriores ruso convocó ayer al embajador español, Fernando Valderrama, para protestar por unas declaraciones que considera «inamistosas» del ministro de Exteriores en funciones, Josep Borrell, la semana pasada en el Periódico de Catalunya en las que calificaba a Rusia de «viejo enemigo» y «amenaza».

El Ejecutivo ruso expresó su «desconcierto» a través de un comunicado. La diplomacia rusa puntualizó que semejantes palabras «dañan las relaciones entre Rusia y España, la mutua percepción de las relaciones bilaterales como amistosas, de partenariado y ventajosas para ambas partes, lo que ha sido reconocido en todos los documentos oficiales firmados entre ambos países en los últimos años», según informó la agencia TASS.

En la entrevista, Borrell, preguntado por la posición geopolítica de la UE en esta época de cambio, respondió: «Nuestro aliado [EEUU] nos da la espalda. Nuestro viejo enemigo, Rusia, vuelve a decir ‘aquí estoy yo’ y a ser una amenaza y China aparece como un rival. Es lo que hace más urgente y más necesario que los europeos unan sus fuerzas».

La embajada española en Moscú, por su parte, confirmó la celebración de la reunión y la identidad del interlocutor ruso: Alekséi Paramónov, director del Primer Departamento para Europa del ministerio ruso. Fuentes de Exteriores afirmaron que les «ha sorprendido, y negativamente, la reacción de Rusia».