Un jueves anterior a un domingo electoral en Barcelona es sinónimo de un gran despliegue de los socialistas catalanes, con José Luis Rodríguez Zapatero como reclamo.

El presidente acudió ayer a la cita, con un mitin ante miles de simpatizantes, pero antes quiso cumplir con otro objetivo. Zapatero se reunió con los empresarios y directivos catalanes para comprobar su estado de ánimo y pedirles ayuda en su intento de reorientar el modelo productivo. En el almuerzo también estaba el presidente de la Generalitat catalana, José Montilla.

Zapatero había cursado la petición al Círculo de Economía de almorzar con su junta directiva y una amplia representación del empresariado, porque el jefe del Ejecutivo necesita también la complicidad y el apoyo de los empresarios para que confíen en su proyecto de mejorar la competitividad de la economía española. Y se encontró una petición generalizada: la de que impulse, más allá del diálogo social, una reforma laboral valiente, que acabe con la "injusta" dualidad entre contratos temporales y contratos indefinidos.

Zapatero insistió en que el instrumento para la reforma laboral debe ser la negociación colectiva, pero dejó en manos de empresarios y sindicatos el lograr acuerdos. Y vaticinó que España logrará el equilibrio presupuestario en el 2012.