Un año. Quizás menos. Es el tiempo de que dispone CiU para conjugar su futuro. Entrados en el cuarto año fuera del poder, los dos socios de la federación nacionalista coinciden en fiar el futuro a la esperanza de que el PSOE gane por la mínima las próximas legislativas y necesite a CiU como sostén del Gobierno. Con el PP, hoy ni se lo plantean, al menos mientras el partido de Mariano Rajoy siga disparando trabucazos contra el Estatuto catalán.

Pero a partir de este punto, los criterios en CiU se bifurcan. Unió apuesta sin ambages por el ingreso en el Ejecutivo central y el abandono de veleidades soberanistas. Convergència, por el contrario, solo ve posible un maridaje con el PSOE si eso implica un cambio en la política de alianzas del PSC que permita el regreso de CiU a la Generalitat. Y cree que los gestos soberanistas le ayudarán a recuperar votos de ERC.

EL PACTO CATALAN Artur Mas y sus colaboradores en CDC, despechados por la traición que atribuyen a José Luis Rodríguez Zapatero al no haber impuesto un pacto CiU-PSC en la Generalitat, buscan y amplifican las contradicciones entre el ideario independentista de ERC y su contención posibilista. La dirección de Unió, encabezada por Josep Antoni Duran Lleida, tiene una idea muy distinta y apuesta por entrar en el Gobierno central sin más condición que el programa.