Más de 200 agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) se ofrecieron para reemplazar a sus compañeros asesinados en una emboscada en territorio iraquí el pasado mes de noviembre. Para algunos puestos hubo hasta 41 voluntarios.

Según fuentes próximas al CNI, esta predisposición demuestra que la moral de los servicios secretos españoles está alta después del atentado que costó la vida al sargento primero José Antonio Bernal y a seis de sus compañeros.

Las mismas fuentes añaden que los espías asesinados han sido ya sustituidos, aunque la unidad no está operativa al 100% y deben marchar otros agentes que están en periodo de formación para la misión.