Una manifestación legal con un solo color político: la derecha más dura (la que en este momento gobierna en el PP) dirigiendo los hilos. Hay quien dice que la idea partió de Esperanza Aguirre, cuando pidió a los militantes y votantes madrileños que se sumaran a la manifestación. La idea fue recogida de inmediato por los líderes peperos de otras comunidades y difundida masivamente por la COPE, que alentaba a acudir a Madrid desde cualquier lugar de España y decía cómo y dónde tomar los autobuses. El primero llegó desde Mislata (Valencia).

Nadie duda de que el terrorismo etarra sea una plaga demasiado vieja y dañina para el país. Nadie duda del dolor irreparable de víctimas, parientes o deudos, pero hasta hoy --o hasta la pasada derrota del PP-- muy pocos se habían atrevido a poner color a las víctimas. Politizando con su color (pero usando masivamente la bandera de España, que es de todos) el PP crea víctimas de distintos colores. El PP (utilizando la manifestación) revuelve la vida política española. Pero, acudiendo a viejas tácticas de izquierda, ¿no sería esta manifestación otro acto de presión contra el Gobierno de Zapatero, que como Fraga ha dicho promulga "leyes asquerosas"?

Sabemos que el PP, que nunca aceptó de facto su derrota en las elecciones de marzo del 2004, debida --entre otras cosas-- a su mala y torticera gestión de un brutal atentado terrorista, está desde entonces en una política de confrontación dura, o como la llamó Manuel Marín, "de trincheras". Varios líderes de la línea dura del PP, y entre ellos Esperanza Aguirre, la liberal de boquilla, han advertido que hay que estar preparados para unas elecciones generales, que podrían llegar en cualquier momento. Y --nos preguntamos-- ¿por qué llegarían "en cualquier momento"?

Esta manifestación es un dato más en la respuesta: porque la oposición (léase el PP) haría todo lo que estuviera en su mano para desestabilizar al Gobierno, lo que no es teóricamente el sano papel de una oposición democrática. Una cosa es controlar al Gobierno, oponerse a él, y otra negarle el pan y la sal, intentar llevarlo contra las cuerdas, utilizando incluso algo que hasta hoy parecía sagrado: las víctimas del terrorismo. ¿Dónde ha quedado aquel cacareado espíritu de la transición que pedía no distinguir colores en las víctimas de la guerra civil?

La manifestación de ayer en Madrid fue antiterrorista tanto como antigubernamental. El primer motivo es razonable. El segundo, tramposo. No tenemos la derecha que nos merecemos. Pero ¿tienen sus votantes la que quieren? ¿Saben en qué camino de pura confrontación nos están metiendo? Derecha rancia --la modernidad es en ellos puro barniz--, los fieles seguidores de Aznar, o sea, Rajoy, Acebes, Zaplana y Aguirre, son lo peor --o casi-- que ha podido ocurrirle a la derecha española, y con ella, a todos...

Salvemos, obviamente, que en una manifestación antiterrorista haya, como seguro había, mucha gente de buena voluntad. Es a esa gente a quien más está instrumentalizando el PP, usando así el dolor sin insignias. Pero mentiría si dijese que me extraña la manipulación del dolor, pues de la directiva de nuestro partido conservador por excelencia ya no extraña nada. Ni esta manifestación contra el Gobierno, tocando sangre y dolor. El PP vuelve a creer que España son ellos solos.