Ahora es cuando comienza de veras la crisis del PP. La fase de negación de la evidencia, que está descrita como una de las últimas que viven los borrachos, da paso a los cantos regionales. Y luego, ya viene lo de contarlo en casa. Los cantos regionales se han apagado en principio con la rendición de Francisco Camps a las órdenes de la central de la calle de Génova de Madrid.

¿Piensa alguien en el PP que, liquidadas estas fases de la juerga, se van a acabar los problemas? Pues no, ahora hay que llegar a casa y dar explicaciones a aquellos con los que compartimos la vida cotidiana y a los vecinos que puede que nos voten o no para presidir la comunidad de propietarios (siempre hay alguien dispuesto a llevar a cabo esas tareas).

La patética imagen de Ricardo Costa empapando de lágrimas la mesa del suplicio mientras le arrojaban de su cargo de portavoz, y después del de secretario general, no va a calmar las aguas revueltas de los populares. Esas lágrimas, las resistencias de Camps a entregar su cabeza, los folios que quedan por publicitar del sumario de la red de Francisco Correa, han dejado en evidencia una cosa: que Mariano Rajoy está a un paso de la liquidación. Su mayor apoyo --junto con Galicia-- dentro del partido ha quedado hecho trizas, amenazado por los zaplanistas y por Juan Costa. Esperanza Aguirre ha podido ver que ese flanco está abierto, y no se lleva mal con ellos.

El proceso de deterioro de Rajoy se acelera a partir de este momento. Y a sus enemigos, que no son pocos, les están creciendo los dientes. Van a saltar con rapidez a morderle la yugular, una vez entonados todos los cantos regionales sobre la unidad del partido y lo contentos que estamos todos (versión de Camps).

¿Quién va a dar el primer paso? Conociendo al personaje, es muy probable que sea Aguirre. La presidenta madrileña va a comenzar el largo y abrupto camino que conduce a un congreso extraordinario, sabiendo que los ritmos tienen que ser rápidos, porque quedan más de dos años para las elecciones, que son suficientes para enderezar las cosas, pero no sobra ni un día. Para llegar con garantías al 2012, todo tiene que estar liquidado en el 2011. Qué menos que un año para hacer una campaña contra la gestión de Zapatero.

Aguirre sabe que los tiempos son esos. Y también sabe que no va a tener muchas oportunidades más. Veremos cómo, de las páginas de los periódicos, salen otros candidatos, como el eterno Alberto Ruiz-Gallardón, pero les veremos desplomarse porque el partido no les quiere, aunque les quieran los votantes porque dan imagen de derecha civilizada. Si el PP de Rajoy fuera un reino, podríamos resucitar ya la frase de José Ortega y Gasset: Delenda est monarchia .