El comisario Ferran López prestó este jueves en la Audiencia Nacional un testimonio que resultó especialmente beneficioso para el que fue su superior, el mayor Josep Lluís Trapero, en el que la mayoría de sus respuestas contribuyeron a diluir entre toda la prefectura del cuerpo -formada por sus principales mandos- la responsabilidad sobre pautas de actuación de los Mossos u operativos o dispositivos establecidos el 20 de septiembre y el 1 de ocubre de 2017, episodios por los que el exjefe del cuerpo se enfrenta a 11 años de cárcel.

Quien le sustituyó al frente del cuerpo durante la aplicación del 155 apoyó la línea de defensa de Trapero negando que en algún momento hubiera mostrado afinidad con la independencia o hubiera dado orden alguna para cambiar las pautas acordadas por el órgano colegiado. Restó tal trascendencia a que la firma correspondiera al propio mayor o a la prefectura que dijo no haber sido consciente de ello hasta ahora.

NI INTERVINO

Pese a haber sido propuesto por la Fiscalía, el alcance exculpatorio de su declaración se extendió con el resto de acusados, porque negó cualquier intervención operativa tanto al exsecretario general de Interior César Puig como del exdirector general de los Mossos Pere Soler. "Ni mediatizó, ni intervino" en pautas de actuación o en ninguna reunión de las reuniones operativas de esos días", aseveró López a preguntas del abogado de este último, Cristóbal Martell.

Como hizo durante la primera jornada que declaró como testigo en el juicio, López defendió la actuación de los Mossos. A preguntas de la defensa pudo ahondar en algunas de sus afirmaciones, como a la hora de destacar la lealtad con la que actuó el cuerpo con el coordinador del dispositivo policial para impedir el 1-O, el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, respecto al que dijo que fueron "leales" desde el primer día y hasta el final.

López se volvió a distanciar del testimonio del mando del Instituto Armado al explicar que él mismo le contó al coordinador la preocupación que la cúpula de los Mossos habían mostrado su preocupación por el 1-O al entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, el vicepresidente, Oriol Junqueras, y el consejero Joaquim Forn. Señaló que por parte del coordinador no hubo comentario "más allá de contrastar que, a pesar de los avisos de los jefes de los Mossos, no había intención de desconvocar el referéndum, una situación que no era nueva".

Eso no impidió que lamentara no haber podido ayudar más a la comisión judicial que registraba Economía el 20 de septiembre. "Ojalá hubiésemos podido dar cumplimiento a los requerimientos de la Guardia Civil y ojalá la comisión hubiese podido salir de la manera digna en la que debería haber salido", afirmó. Fue categórico al recordar que Trapero discutió con el entonces presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez, al que colgó con un "exabrupto", cuando, según el testigo, se atribuyó indicar cómo debía hacerse el dispositivo.

Respecto al 1-O admitió que su plan de actuación incluía en todo momento binomios en los centros, pero se les llamaba "dotaciones", lo que pudo inducir a error y aseguró que Trapero pidió depurar responsabilidades de todos los mossos que no hubiera actuado correctamente.