Nunca hubo ninguna posibilidad de que prosperara y no prosperó. El Congreso tumbó este jueves por abrumadora mayoría la quinta moción de censura de la democracia, la defendida por Vox y con Santiago Abascal como candidato. Incluso el PP les dijo 'no', un voto guardado con secreto hasta el último minuto por Pablo Casado. Pedro Sánchez continuará como jefe del Ejecutivo. Exactamente igual que antes de que arrancara un debate largo, a ratos soporífero, y que se convirtió en un festival de "propaganda de odio, furia y choque", en palabras del presidente.

La moción de la extrema derecha, que la Cámara baja empezó a votar pasada la una y media de la tarde, no prosperó y se limitó a cosechar los apoyos de los 52 diputados de Vox. Se quedó lejísimos de la mayoría absoluta que la Constitución exige para desalojar al Gobierno del poder: 176 escaños. Incluso la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, que había defendido la abstención, cumplió con la disciplina de voto y dijo 'no'.

Ha sido la censura con menos apoyos de la historia. La liderada por Unidas Podemos, en 2017, logró 82 'síes'. La anterior, 30 años antes, en 1987, la que tenía al popular Antonio Hernández Mancha como candidato, 66. Y la primera de la democracia, la de 1980, la que enfrentó a Felipe González contra Adolfo Suárez, recabó 152 votos afirmativos. La única que resultó ganadora fue la de hace apenas dos años, la que hizo a Pedro Sánchez presidente y tumbó a Mariano Rajoy: conquistó 180 votos, cuatro más de la mayoría absoluta. Después, las urnas, por dos veces en 2019, mantuvieron al líder socialista en el poder.

La segunda jornada de debate de la moción tuvo como foco la reyerta en la derecha, la violenta ruptura del cordón umbilical del PP con Vox, que pilló con el pie totalmente cambiado, "absolutamente perplejo", al candidato Abascal. "Lamento decirle que el tiro le ha salido por la culata pero acepto el órdago, es la hora de poner las cartas boca arriba. Hasta aquí hemos llegado", clamó Casado en un discurso sorprendentemente duro y que sorprendió a propios y a extraños. El jefe del PP afirmó que Abascal quiere una "España a garrotazos". Los comentarios le dolieron. El líder ultra lamentó que le hubiera "pateado" y atacado hasta en lo personal, y le recordó, no gratuitamente, que con sus votos sostiene los gobiernos conservadores en Madrid, Andalucía y Murcia.

"BRILLANTE" DISCURSO

Tras la escenificación del divorcio al menos por ahora de PP y Vox, tomó la palabra, como estaba previsto, el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. El líder de Podemos alabó el "brillante" discurso de raíces canovistas de Casado, y también la estrategia de distanciamiento de la ultraderecha por parte de Inés Arrimadas, pero a ambos les advirtió de que llegan "tarde" porque han alimentado a Vox aliándose con Abascal en comunidades autónomas y ayuntamientos: "Dieron oxígeno al monstruo y ahora el monstruo les está devorando a ustedes".

Iglesias no exhibió su faceta guerrillera y optó por una intervención más contemporizadora. En ocasiones, se vio que Casado también le había descolocado a él y se le notó que medía las palabras que llevaba preparadas. "Están atrapados, y por eso ustedes y la señora Arrimadas están perdidos" por "haber dado alas" antes con Vox.

El número tres del Ejecutivo tuteó, amable, a Casado, elogiando su "inteligencia" y reivindicando la relación que ambos mantienen pese a sus diferencias ideológicas. El vicepresidente segundo también se dirigió al bloque de investidura que "debe" votar ahora los Presupuestos Generales del Estado de 2021, como una mayoría con dirección "de Estado" para un momento histórico. Casado, mientras, aprovechó la intervención de Iglesias para hacer la réplica al Gobierno y cargar duramente contra Unidas Podemos.

"Ha hecho un buen ataque, y le doy la enhorabuena, señor Casado, pero vaya teatrillo se ha montado. Lo que exige a Vox en esa intervención tan dura era el reagrupamiento de la derecha, no otra cosa", sostuvo por su parte la portavoz socialista, Adriana Lastra. "Siembra lo que cosecha Vox", le advirtió, recordando que el discurso "descarnado" de Casado puede ser flor de un día porque no rompe los gobiernos de Madrid, Andalucía y Murcia. "Tiene que hacer lo mismo que Angela Merkel o Emmanuel Macron, enfrentarse y no contemporizar con el fascismo. Plante cara a los que quieren acabar con nuestra democracia", añadió.

El jefe del Ejecutivo tomó la palabra para cerrar el debate y ofreció al líder del PP retirar la reforma exprés de la ley orgánica que regula el Consejo General del Poder Judicial para pactarlo los dos partidos juntos. La renovación de ese órgano de los jueces requiere 210 apoyos en el Congreso y Casado se ha negado a pactar hasta ahora.

Antes de despedirse de la tribuna, Sánchez se jactó de manera preventiva del resultado previsto: "Que los representantes legítimos de los ciudadanos votemos y a través de ellos volverán a votar los ciudadanos de nuestro país".