Si la imagen que proyectaron ayer sus señorías en el Senado es un reflejo de la política española, los ciudadanos tienen motivos para preocuparse. O, mejor dicho, para seguir preocupándose ya que, en los últimos meses, el sondeo del CIS ha dejado en evidencia que los políticos son percibidos como "un problema" más por la sociedad. Visto lo visto ayer, los senadores --especialmente los populares-- en nada ayudaron a un cambio de criterio. "¡Zapatero, dimisión!", "Zapatero, dimisión!", gritaron al unísono y durante varios minutos los conservadores al presidente del Gobierno. Era su peculiar manera de expresar el rechazo al tijeretazo de los socialistas.

Y, por si no era suficiente el griterío en la Cámara (ayer convertida casi en gallinero), los conservadores acompañaron su cantinela con acompasados golpes en el suelo y sus pupitres. ¿Y el PSOE? A responder: sus senadores se pusieron en pie y propinaron un sonoro aplauso a Zapatero, para tratar de acallar las exigencias de dimisión.

CASO OMISO Tan bochornosa llegó a ponerse la cosa que tuvo que intervenir el presidente del Senado, Javier Rojo. Trató sin demasiado éxito de sacar los colores a sus compañeros, tachando la situación de "lamentable". Pero el patio no estaba para regañinas, a tenor del caso que le hicieron.

El caso es que todo empezó con una simple (o no tanto) pregunta del senador popular Pío García-Escudero al jefe del Ejecutivo. "¿Sostiene el presidente del Gobierno que los anunciados recortes garantizan un crecimiento más sólido?". A esto respondió Zapatero con un suave "no lo cree solo el Gobierno, sino toda la Unión Europea", guardando la artillería pesada para lo que estaba por venir.

Segundos después, García-Escudero proclamó que miraba a Zapatero y no lo reconocía: "¿Dónde está ese presidente que, hace cinco meses, iba a enseñar a Europa cómo salir de la crisis? .... ¿Quién es Zapatero?, ¿es el gran benefactor de los pensionistas o el que anuncia el mayor recorte de la historia de la democracia? Aquí hay un impostor".

No frenó ahí el conservador. Tras regalar los oídos al presidente con otra serie de lindezas, le provocó diciendo que no se "atreve" a subir los impuestos a los ricos y que gobierna cual "boxeador grogui, que pega puñetazos al aire". Y para rematar, le exigió que dimita y convoque inmediatamente elecciones, "si es que le queda algo de dignidad".

LA REPLICA Ante tal panorama, Zapatero replicó también con cierta sorna: "Agradezco su intervención. Ha sido todo un ejercicio de responsabilidad". Y enseguida tiró a dar: "Yo sí le reconozco, a usted y al PP, que es el partido del ´no´, del ´nunca´ y del ´jamás´". Y, tras defender sus medidas para reducir el déficit, dijo sentirse con toda "legitimidad" para continuar llevando el barco del país y para presumir de política social. Afeó a los populares que sean los únicos conservadores de Europa que "se oponen" a reducir el déficit y demuestran que les importan más las urnas que la crisis. Les auguró que volverán a perder las elecciones... y ahí se lió. Simple aperitivo de lo que será el debate de la nación.