Como artífice y como víctima, Chávez está familiarizado con las intentonas golpistas: acaudilló una, fallida, en 1992, y una década más tarde abortó otra que pretendía derrocarle como presidente. Tal vez por eso ayer preguntó al presidente del Congreso, Manuel Marín, por las huellas que dejaron en el techo del hemiciclo los disparos de los golpistas del 23-F. Jaleado en la calle por decenas de seguidores, el teniente coronel retirado, posó en la tribuna con su más marcial saludo militar.