El cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa, ha utilizado media hora para explayarse y lanzar su menseje: se ofrece a colaborar en todas las causas que sea necesario, aunque le "caigan 200 o 300 años de cárcel", circunstancia que dijo que le "da igual". A renglón seguido sí se quejó de que estuviera en prisión preventiva por su condena por el 'caso Fitur' del Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJCV) y que no lo estuvieran otras personas implicadas en causas de corrupción.

Tras darle margen, porque la de Correa fue la última palabra más larga que se recuerda, el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, declaró el juicio de la primera época de la Gürtel: "Visto para sentencia, se levanta la sesión. Esta vez definitivamente".

Correa, además, también pidió el indulto para el primer instructor del caso, Baltasar Garzón, que fue condenado por el Tribunal Supremo por haber escuchado a los acusados con sus abogados. "Creo que ha sido injustamente inhabilitado y que es víctima como yo de una causa que tiene un tinte político y no jurídico".

El presidente del tribunal, Ángel Hurtado, le interrumpió y le pidió que ese no es el lugar y que para ello debe dirigirse por carta el Ministerio de Justicia. Correa, de 62 años de edad, lamentó la actitud de la Sala, porque dijo que "iba a aportar datos relevantes para la causa".

Sus últimas palabras fueron para sus empleados y el resto de acusados, de los que dijo que "ninguno es un criminal". "Habremos cometido errores por trabajar con un partido político", aunque también aseguró que "si mañana" le pidieran "facturar a Donald Trump, le facturaría".

Lo que no dudó es también en lanzar un mensaje a alguno de sus empleadores: "Algún político no se tenía que haber dedicado en la política", aseguró ante el tribunal. Sostiene que si hubiera montado "una organización criminal, habría contratado a delincuentes", pero sus trabajadores "eran personas normales".